Querido hermano:
Te escribo esta carta hermano, cuando el barro y la sangre me han cubierto por completo, como una manta de dolor demasiado sudada. Te escribo con todo lo que me queda, con la vida que se me disuelve entre los charcos de Luna que me rodean.
Te escribo por el camino y las olas, la corriente y el viento, el curso del río y los pasos en el sendero. Por el profundo océano y las cumbres nevadas, por el final del paisaje, en la eterna llanura de la estepa. Te escribo por todos los lugares en los que te has encontrado a ti mismo, en los que aún, en parte, permaneces, recuperándote de las heridas, acariciándote las viejas cicatrices. Atrás quedaron ya los elefantes y los rinocerontes, los deseos de ver tigres y los recuerdos sobre noches boquiabiertas llenas de estrellas.
Delante sólo el misterio. El hambre y el cansancio, asegurados. Las aventuras y la sabiduría, inciertos. Crees seguir algún renglón ya escrito por dios, dibujado en el libro de Destino. Pero como aquel hobbit de nuestros cuentos de niños pones el pie en el camino, y si no cuidas tus pasos nunca sabes a donde te pueden llevar. La única verdad es que cada huella marcada sobre la arena de las dunas hace surgir una nueva narración, cada sombra proyectada sobre el asfalto produce el germinar de un nuevo cuento.
Pues es el caminar lo que inicia el viaje. Cerrar la puerta y enterrar las llaves en el jardín de atrás de tus bolsillos. Cargar la fortuna y los tesoros a la espalda, y colgar tu alma en cualquier nube de pájaros emigrantes.
Tan sólo olvídate de lo estable, de tu pasado, de la seguridad de lo conocido. Acepta lo perecedero y lo efímero, el movimiento y el dolor, las lágrimas y los instantes sonrientes. Acepta los designios de los astros al moverse.
Por todo ello te escribo, hermano, y para que recuerdes siempre saborear cada corazón que te entreguen, cada par de labios vertido en tu garganta, cada mirada que te enjaule. Aunque no existen barrotes para la libertad. Porque cuando tu travesía continúe sólo te quedaran los tatuajes del pasado, la mochila del presente y los sueños del futuro. Y tal vez, sólo tal vez, te queden las promesas de la espera , los juramentos del reencuentro y la seguridad del hogar al que volver.
De hermano a hermano, de viajero a viajero, se despide el Viejo Albatros.
Te escribo esta carta hermano, cuando el barro y la sangre me han cubierto por completo, como una manta de dolor demasiado sudada. Te escribo con todo lo que me queda, con la vida que se me disuelve entre los charcos de Luna que me rodean.
Te escribo por el camino y las olas, la corriente y el viento, el curso del río y los pasos en el sendero. Por el profundo océano y las cumbres nevadas, por el final del paisaje, en la eterna llanura de la estepa. Te escribo por todos los lugares en los que te has encontrado a ti mismo, en los que aún, en parte, permaneces, recuperándote de las heridas, acariciándote las viejas cicatrices. Atrás quedaron ya los elefantes y los rinocerontes, los deseos de ver tigres y los recuerdos sobre noches boquiabiertas llenas de estrellas.
Delante sólo el misterio. El hambre y el cansancio, asegurados. Las aventuras y la sabiduría, inciertos. Crees seguir algún renglón ya escrito por dios, dibujado en el libro de Destino. Pero como aquel hobbit de nuestros cuentos de niños pones el pie en el camino, y si no cuidas tus pasos nunca sabes a donde te pueden llevar. La única verdad es que cada huella marcada sobre la arena de las dunas hace surgir una nueva narración, cada sombra proyectada sobre el asfalto produce el germinar de un nuevo cuento.
Pues es el caminar lo que inicia el viaje. Cerrar la puerta y enterrar las llaves en el jardín de atrás de tus bolsillos. Cargar la fortuna y los tesoros a la espalda, y colgar tu alma en cualquier nube de pájaros emigrantes.
Tan sólo olvídate de lo estable, de tu pasado, de la seguridad de lo conocido. Acepta lo perecedero y lo efímero, el movimiento y el dolor, las lágrimas y los instantes sonrientes. Acepta los designios de los astros al moverse.
Por todo ello te escribo, hermano, y para que recuerdes siempre saborear cada corazón que te entreguen, cada par de labios vertido en tu garganta, cada mirada que te enjaule. Aunque no existen barrotes para la libertad. Porque cuando tu travesía continúe sólo te quedaran los tatuajes del pasado, la mochila del presente y los sueños del futuro. Y tal vez, sólo tal vez, te queden las promesas de la espera , los juramentos del reencuentro y la seguridad del hogar al que volver.
De hermano a hermano, de viajero a viajero, se despide el Viejo Albatros.
5 comentarios:
Ay, Dani, qué gusto verte otra vez por aquí y cómo se te notan las experiencias que te echas a la espalda. Tengo ganas de veros y de que me contéis. A ver si lo hacemos pronto.
Nosotros tambien tenemos ganas de verte!!:) y cuando usted diga nos vemos
Pura, ¿cuándo va a empezar el taller? que este año creo que voy a poder ir todos los días xD
es verdad a ver cuando empezamos k yo tambien kiero volver
Empieza el 19 de octubre, primer miércoles de octubre disponible (el 5 hay excursión y el 12 es festivo). Voy a poner el anuncio enseguida. Tengo ganas de veros otra vez.
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