Cierra los ojos, pide un deseo y sopla con fuerza. Pero la llama eterna no se puede apagar. El fuego siempre quemará mi corazón consumiéndolo sin terminar por desaparecer, esperando su regreso.
La noche rodea todo, miro al cielo buscando esperanza, y una estrella empieza a moverse. Aprieto los ojos y pienso: quiero volver a verla. Al abrirlos estoy en el aeropuerto otra vez. El vuelo con destino a la Luna está a punto de partir, anuncia una voz aburrida.
No se me volverá a escapar, y mis pies resuenan por todo el pasillo. Veo a lo lejos la puerta cerrarse, empiezo a oír el motor, pero aun así espoleo mis piernas; tratando de cambiar lo imposible, tratando de alcanzar lo que ya se ha ido, tratando de escuchar su corazón una vez más.
Miro al cielo nocturno pero las estrellas siguen en su sitio, distantes en el negro vacío, envueltas en el más gélido frío que ni la llama más cálida puede mantenerse encendida y acaba muriendo sin necesitar ni un soplido.
Si cierro los ojos aún puedo recordarlos, blandos como la almohada, escondidos bajo las sábanas atacándome en la oscuridad. Pero el calor de sus labios se ha derretido como un cubito de hielo en la repisa de la chimenea. Sus manos suaves bajo el grifo de la pila, frotando el jabón, y ese olor que desprendían como cuando separas los pétalos de una flor y se escapa una suave fragancia.
¿Que nos queda? Tan solo el vacío que nos separa sin un puente que poder cruzar.
Suenan las campanadas ¡Feliz año! ¿Has pensado ya tus propósitos?
-Tan solo quiero ser feliz y disfrutar junto a ella.
2 comentarios:
Ya te lo dije, pero lo reitero: qué romántico estas Ulises. Es muy interesante y bonito ver otra parte de ti reflejada en los escritos. Buena entrada en el 2014!
Muchas gracias Carlota. Ya veremos que nos depara este año nuevo.
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