lunes, 28 de noviembre de 2011
Té y meteoritos.
¡Ay, los verbos!
Como parece que ya se acaban los exámenes, aquí va mi propuesta para el próximo miércoles. A ver qué os parece.
martes, 22 de noviembre de 2011
El porqué de las cosas
¿Por qué llueve para abajo? ¿Por qué el negro se asocia con la tristeza, el blanco con lo puro y el rojo con la pasión? ¿Por qué si se oye un golpetazo cerca de nosotros pegamos un respingo? ¿Por qué se habla tanto del tiempo en los ascensores? …
Estas y otras muchas preguntas te las habrás formulado alguna vez. Este miércoles vamos a intentar dar respuesta en forma de cuento a alguna de ellas (u otra elegida por ti), pero con una única condición: huir de la lógica y dar paso a la fantasía.
Seguro que salen cuentos espectaculares.
sábado, 19 de noviembre de 2011
La muerte del Coronel.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Lolita, no te pierdas.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Rubí en la noche
Me senté en el alféizar con la espalda apoyada en el marco de la ventana. El pábilo del mechero iluminó momentáneamente mi rostro en la oscuridad. Prendí el cigarro. Tomé una profunda calada y observé la danza del humo hasta que se fundió con la bruma de la noche.
El cigarrillo terminó de consumirse entre mis labios. Cuando no fue más grande que mi uña lo arrojé al abismo de la calle negra.
Con un suspiro abandoné mi lugar y me dirigí al centro de la habitación.
Te miré detenidamente. Me agaché para observar tu rostro dormido. ¡Qué hermosa eras! Tomé del suelo un pincel, y humedeciéndolo en el rubí que manaba de tu estómago, me acerqué el lienzo que había más a mano. Así te mantendrías en el recuerdo para siempre. Sí. Porque yo era suficiente, tú eras suficiente.
Y así me descubrió la policía al irrumpir en mi casa.
Cerré los ojos. Encendieron la luz, rompiendo la enigmática magia de la noche. Pisaron mis bocetos, la hermosa sangre que brotaba de tu cuerpo. Lo estropearon todo antes de que hubiese podido dar la primera pincelada. Mi dolor no podía ser mayor. Me gritaron y arrastraron de allí. Pero todo lo que pasó después lo recuerdo como en un sueño, como en una extraña fantasía.
Ya me conocen. Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.
Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa humana.
En esto pienso. En estas cosas estúpidas detrás de los barrotes que me atan y me matan con una muerte, que en realidad no es tal.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Famosos comienzos
Los siguientes autores nos prestan el comienzo de sus obras para que hagamos con uno de ellos lo que nos apetezca: lo podemos usar como inicio de nuestro CORTO relato, incluirlo en la mitad, o al final, como cierre original. El caso es que nos sirva de inspiración. Eso sí, no podemos tocar nada de su redacción, ni una coma; tiene que aparecer tal cual está en nuestro escrito.
Leedlos bien para elegir bien. Todos son altamente sugerentes.
Camilo José Cela. La familia de Pascual Duarte
Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por las buenas y lo notamos sin saber cómo. De entre la sucesión no contabilizada de gestos, movimientos y vislumbres que van engrosando la masa amorfa de lo cotidiano, se separa de los demás uno de ellos, aparentemente insignificante, y salta como la nota discorde de un pentagrama, se queda resonando por el aire con zumbido de moscardón, qué pasa, ha habido una avería o esto significa el comienzo de algo nuevo, nos miramos las manos, las rodillas, qué es lo que se ha transformado, hacia dónde enfocar la atención, no sé…
Carmen Martín Gaite. Lo raro es vivir.
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Gabriel García Márquez. Cien años de soledad.
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.
Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana.
Ernesto Sábato. El túnel.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Sinestesia de sombra y conjuros
lunes, 7 de noviembre de 2011
Wind.
Todo empezó con el viento...
..lentamente enroscándose sobre la tierra seca y polvorienta de Kansas, barriendo en pequeños círculos el pavimento de otoño, con las hojas volando poco a poco a tan sólo unos centímetros del suelo. La granja estaba pintada de verde oscuro y el atardecer la enrojecía con los últimos rayos del sol trazando espigas sobre los campos dorados. Helena se sentó en los escalones desgastados del porche, el cabello enmadejado en la brisa, los zapatos dejando huellas nerviosas en la madera del suelo, los cordones desabrochados, las manos entrelazadas sellando un nudo tenso, en espera. Los árboles removiéndose en sus raíces, las hojas titilando en el atardecer. Y las siete en punto.
Todo empezó con el viento...
Todo empezó con el viento...
Y todo terminó con el viento...
Así, el tornado siguió girando, girando, y girando.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Coctel de Hiedra.
Luego vuelo en círculos acechando tu taza de café, tus horas de sueño. Luego intento bucear a pulmón en tu perfume, intento tatuarme en cada una de tus huellas dactilares. El cielo tiene el color de lo que expulsan los tubos de escape, el agua sabe a sábado nada más despertar. No dejo de dar vueltas. No dejo de pensar, de buscar silencio y algún lugar sin tiempo ni espacio, solo calma y largas horas de llamaradas azules alrededor. Busco un atardecer infinito que me envuelva en el fuego que despides. Descuartizo mis sueños y los entierro. En mi cabeza resuena el eco atronador de mil tormentas. Y mis venas estallan en fuegos artificiales, no dejan de aparecer animales por la sala de estar y las infusiones se ríen a carcajadas. A las cartas postales les han salido alas y se escapan de unos buzones que intentan devorarlas. Las personas olvidaron sus rostros y sus nombres, y en vez de bocas tienen un acordeón y botones por ojos. Caminan por la calle como ruedan las piedras por las laderas. Sus almas pesan y son pastosas como la pasta de papel pero mucho más grisácea. Respiran y se mueven al compás. Con sus paraguas, sus bolsos, sus maletines. Y guardan la oscuridad en bolsas y luego se la beben cuando nadie mira, después sonríen y prosiguen su eterno camino.
El Sol guiña los ojos y gruñe. La Luna es una inmensa aspirina efervescente. Como efervescente se vuelve la ropa ante esta lluvia ácida, ante esta marea negra, ante esta avalancha de porcelana rota. Y para matar el tiempo devoro a Saturno, salto sin paracaídas, dibujo silencio. Y colecciono las promesas escritas en servilletas de papel que hay abandonadas por la acera. Diviso las cuevas donde se esconden aquellos que tienen la derrota grabada a navaja en la frente. Y los minutos en el metro son como horas, como una espesa manta que tapa cada poro. En el subsuelo, sobre la atmósfera, en cualquier parte.
Se arremolinan las nubes, arde Roma, se desbocan los caballos, explota la tos, muere la risa, suenan las campanas, los incendios salpican, la pimienta huye. Todo se acaba mezclando. Todo tan eterno y tan poco duradero como de costumbre, todo tan inútil: laberintos llenos de puertas y ventanas, ruedas pinchadas, pasos en falso. Y los trucos de magia no tienen ningún truco, las sopas de letras saben a papel de periódico. Y revientan los tímpanos de las iglesias, y se paran los corazones de las piedras. Los cuervos llevan el misterio agarrado del pico, los elefantes pierden la memoria a cabezazos contra una realidad que languidece dada de la mano de una locura púrpura y espesa, muy salada, más que el mar. Y graniza en algún lugar entre mis pulmones y tiembla el suelo y salen cosas de la chimenea. Todo está borroso, abandonado en mitad de un desierto de vidrio, sin norte ni sur, ni viento, ni cielo, ni sombra.
martes, 1 de noviembre de 2011
Paso de dos
En este ejercicio hay que trabajar solo y en pareja. Me explico: cada uno empieza a escribir un relato corto (ya sabéis lo que es corto: no más de una página y media) y cuando lleva cuatro líneas escritas, lo intercambia con el de al lado, que será su pareja. Ambos añadirán otras cuatro líneas al relato empezado por el compañero y lo devolverá, y así sucesivamente hasta el final. Cada pareja, pues, escribirá simultáneamente DOS relatos. Al final entre los dos elegirán cuál quieren leer a los demás.
¡Ah! El cuento tiene que estar protagonizado por un animal (única condición).
Ánimo y suerte a todos. A ver qué nos sale.