Hola! Vale, esta vez es info y autopromoción y no una historia jejeje.
SM hace un concurso de Microrelatos muy chulo, quizá ya lo sabíais pero por si aca y os apetce os lo cuento. Son unas 160 letras, empezando con una frase "ya no quedaban libros..." :) Poner microrelatos SM en internet y os salen las bases y todo :)
La cosa es que yo me he presentado, así que si quereis votarme, jejeje, este es mi link: http://www.microrrelatos-sms.com/stories/631 y claro está, soy "chica speedika" jejeje. Asias ;)
martes, 26 de enero de 2010
Carnaval, carnaval...
sábado, 23 de enero de 2010
...
La brisa no me acompaña los domingos. No me avisa una alarma cuando empiezo a enamorarme. No suena el trino de los pájaros cuando no quiero escuchar nada. El tiempo me corrompe, el dinero más. No creo en los horarios, en los lunes, en los días corrientes. Me deprime la hora feliz de los bares, la música de ambiente, los ases en la manga. No me evaporo en invierno, ni me salen estalactitas de hielo en la frente a la hora de dormir. El agua me da sed. Siempre la misma historia. Barcos encallados. Sonrisas rotas en pequeños trozos. Espejos que no dejan ver. Un rosetón de vidrieras que no dicen nada en el pecho. No me esconden las cortinas de humo, ni los cambios de sentido, ni la doble dirección de las palabras. No se me queda tu nombre. Tus ojos me matan pero más tu indiferencia. Emprendo el vuelo, ríos de tinta. Sangre en los labios. Pesadillas en el café. Alambres de espino en los panales de abejas. Tristes figuras que deambulan sin parar. No tengo prisa, pero soy un impaciente. Días de mirar al pasado con la duda reflejada en el rostro. Noches de recordar lo que no haré en el futuro. Ningún sentido en mis palabras. Corazones de piedra y escamas brillantes. Gelatina en vez de huesos y aspirinas efervescentes en lugar de músculos. Caimanes entre mis manos. Sombras y espejismos que me entierran vivo. Sígueme si no quieres perderte. Piérdete si no quieres regalarme una caricia.
Camina a la pata coja entre las sendas ocultas que se encuentran a primera vista. Bébete las noticias felices en copas de papel de periódico. Raciona el agua, los deseos, el clima. Mantente fuerte. Mantente en vilo. Sigue cantando mientras pasan las horas. Martillos entre los ojos. Cactus por pestañas. No quiero mirar tus párpados. Meses de desesperación al otro lado de mis sueños. Caída libre entre el pozo sin fondo de todo lo que prometí y nunca cumplí. Sin amuletos ni buenas frases. Sin suerte ni azulejos con estilo. Trozos de personas que forman una figura extraña. Monstruos deprimidos porque solo quieren que alguien les comprenda. Mi más sincero pésame. Mi más solemne disculpa. Me irritan los cambios de aires. Me destrozan tus cambios de humor. Localiza mil palomas mensajeras en el mapa. Lee mi futuro en esa noche sin luna. Baila esa música de locos. Comete las estrellas. Revienta en mil pedazos. Desafíos bordados en tu cuello. Corbatas de lunares y trajes de hojalata. Ratones en la despensa hartos de comer.
Duerme conmigo que hoy lloran las estrellas. Duerme conmigo que hoy chillan los planetas. Corre a donde puedas. Salta que sale ya el tren. Dispara el cañón contra la pirámide de los deseos. Mata la envidia, el arte, la suerte. Enseña los colmillos. No me toques sin quererlo de verdad. Reacciona deprisa. Buceo en tus pupilas cuando crees que no te miro. Centauros en tu nuca. Brujas en el desván. Telarañas en el ropero. El mueble bar está más solo que la una. Ya somos dos si navegas conmigo. Salen murciélagos de mis mangas. Los rayos del sol se pelean por violar a la atmosfera. Gira el mundo deprisa y sin marearse. Se volatilizan los besos que lanzas al aire para que no toquen el suelo. Llena de polvo la vitrina donde guardo el corazón, las ojeras, las llaves y la cartera. Gritaremos hasta que la voz explote. Hasta que el mundo calle. Hasta que las nubes se inmuten. Nado en tu veneno. Destrozo tus nervios. Corono a los extraños. Caigo al suelo y si estoy cómodo no me levanto y respiro.
Y respiro.
Y respiro.
Y respiro, entre mensajes cifrados y pinturas rupestres. Salitre en todas direcciones. Otoños avergonzados. Libertad y mucho más a cada respiración.
viernes, 22 de enero de 2010
Revolución de letras
Revolución de letras.1
Aquel día debía terminar mi novela. Sabía que, al contrario que los relatos cortos, un libro era un proyecto de largo alcance, y no podía exigirme acabarlo tan pronto, pero debía hacerlo. Me angustiaba no saber qué sería de mí mañana, no saber si podría escribir, y dejar mi novela inacabada.
Las ideas bullían en mi cabeza, se apelotonaban contra mi frente, asnsiosas por escapar; las palabras fluían rápidas, audaces, diciendo exactamente lo que querían decir. Era prácticamente perfecto. Pero entonces sucedió. La revolución.
Las letras del teclado comenzaron a trepar por mis dedos, como hormigas voraces y despiadadas, y enseguida penetraron en mi sangre. Como una droga un veneno, un ácido altamente corrosivo, avanzaron veloces hacia su objetivo: mi mente. Y a su paso iban dejando palabras, frases, sentencias infinitas, que intenté descifrar mientras era presa del horror.
Sabía ya que estaba perdido: el hombre no puede ser libro, ni la piel pergamino. Nadie podría haber resistido aquella revolución de letras.
Y entonces llegaron a mi cerebro, y allí estallaron en una supernova de tinta negra. Todas las palabras del mundo, todas las frases bellas, todo lo que yo había amado y que por falta de tiempo no había mimado lo suficiente, eclosionaron y me cegaron. Caí sobre la alfombra, agonizante, sabiendo lo que perdía y dejaba atrás, lo que no podría escribir y lo que había escrito mal y no corregiría.
En mi último suspiro, eché una mirada al ordenador. Las letras volvían a su lugar, cumplida su misión, conseguido su mezquino objetivo. El cursos aún parpadeaba en la pantalla. Mi libro no estaba terminado.
_____________________________________________
Revolución de letras.2
La novela acaba hoy. Lo que empezó como un ensayo absurdo de algo que ni siquiera tenía nombre termina hoy, lo sientes cerca. Pero no sabes que algo se interpone en tu camino.
Por eso cuando las letras trepan por tus dedos y contaminan tu sangre no sabes qué hacer. ¿Huir? Demasiado tarde, ya están en tu piel. ¿Dejar de escribir? Hace tiempo que ellas te escriben a ti, aunque sea ahora cuando se revolucionan. Solo una cosa podrá alejarte de las letras malditas: morir.
Y eso haces, tirado en la alfombra, tembloroso y débil, sin poder apreciar las sublimes palabras que cubren tu piel de pergamino viejo. Te dejas ir, mientras ellas vuelven al teclado, aguardando al siguiente insensato que quiera escribir.
Lo intentaste, lo hiciste bien, casi lo lograste, piensas. Sí, estuviste cerca, claro. Pero, al fin y al cabo, solo eres mortal.
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Revolución de letras.3
Aquel día debía terminar mi novela. Sabía que, al contrario que los relatos cortos, un libro era un proyecto de largo alcance, y no podía exigirme acabarlo tan pronto, pero debía hacerlo. Me angustiaba no saber qué sería de mí mañana, no saber si podría escribir, y dejar mi novela inacabada.
Las ideas bullían en mi cabeza, se apelotonaban contra mi frente, asnsiosas por escapar; las palabras fluían rápidas, audaces, diciendo exactamente lo que querían decir. Era prácticamente perfecto. Pero entonces sucedió. La revolución.
Las letras del teclado comenzaron a trepar por mis dedos, como hormigas voraces y despiadadas, y enseguida penetraron en mi sangre. Como una droga un veneno, un ácido altamente corrosivo, avanzaron veloces hacia su objetivo: mi mente. Y a su paso iban dejando palabras, frases, sentencias infinitas, que intenté descifrar mientras era presa del horror.
Sabía ya que estaba perdido: el hombre no puede ser libro, ni la piel pergamino. Nadie podría haber resistido aquella revolución de letras.
Y entonces llegaron a mi cerebro, y allí estallaron en una supernova de tinta negra. Todas las palabras del mundo, todas las frases bellas, todo lo que yo había amado y que por falta de tiempo no había mimado lo suficiente, eclosionaron y me cegaron. Caí sobre la alfombra, agonizante, sabiendo lo que perdía y dejaba atrás, lo que no podría escribir y lo que había escrito mal y no corregiría.
En mi último suspiro, eché una mirada al ordenador. Las letras volvían a su lugar, cumplida su misión, conseguido su mezquino objetivo. El cursos aún parpadeaba en la pantalla. Mi libro no estaba terminado.
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Revolución de letras.2
La novela acaba hoy. Lo que empezó como un ensayo absurdo de algo que ni siquiera tenía nombre termina hoy, lo sientes cerca. Pero no sabes que algo se interpone en tu camino.
Por eso cuando las letras trepan por tus dedos y contaminan tu sangre no sabes qué hacer. ¿Huir? Demasiado tarde, ya están en tu piel. ¿Dejar de escribir? Hace tiempo que ellas te escriben a ti, aunque sea ahora cuando se revolucionan. Solo una cosa podrá alejarte de las letras malditas: morir.
Y eso haces, tirado en la alfombra, tembloroso y débil, sin poder apreciar las sublimes palabras que cubren tu piel de pergamino viejo. Te dejas ir, mientras ellas vuelven al teclado, aguardando al siguiente insensato que quiera escribir.
Lo intentaste, lo hiciste bien, casi lo lograste, piensas. Sí, estuviste cerca, claro. Pero, al fin y al cabo, solo eres mortal.
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Revolución de letras.3
http://www.fotolog.com/wordwizard/15662492 (ya que lo tengo ahí, no lo copio para no sobrecargar más xD)
martes, 19 de enero de 2010
Yo, tú, él, ella...
sábado, 16 de enero de 2010
latir, exisitir...
Todo parece extraño, pensó. Porque la raíz del hombre es la bipolaridad... Frío y calor, amor y odio... Él sabía que su única solución era la ceguera, la oscuridad incondicional hasta olvidar… hasta olvidarla. Pero su piel se estaba desgranando, débil, ante el ardor en el que se consumía por su ausencia, y como si fuera una mariposa enferma, abriendo las alas en su cabeza, una extraña tristeza iba ocupándolo todo como la gélida escarcha.
Y estaba muriendo... porque al verla, su corazón se paraba y luego, muy despacio, volvía a latir hasta estallar...
Sabía que iba a perderla. Si en algún momento la había tenido, ella debía de haberlo olvidado, o quizás nunca lo supo, nunca hubo nada. Y sabía también, que juntos, juntos como un número indivisible... no existieron, no compusieron ni siquiera un "uno". Cuando ella se marchase de su vida para siempre, tenía la certeza de que en el fondo nada le quedaría ya, nada con lo que llenar el vacío.
Mientras, invariablemente, en la ciudad agitada y egoísta que caminaba sin mirar a quién dejaba atrás, vagabundo… la nieve seguía cayendo y cayendo hasta doblegar al aire y a la gravedad dentro de su curso precipitado. Dejó el acabado café sobre la mesa y giró el rostro un segundo. Se vio a sí mismo en el reflejo del cristal, pálido y roto como una fotografía en blanco. Se vio minúsculo y hueco, desdibujado y vacío... porque la perdía y perdía así, de nuevo, parte de lo que era... regalándoselo a otro mar sin marea, que si acaso le traería de vuelta un beso que nunca acabaría por llegar.
Y estaba muriendo... porque al verla, su corazón se paraba y luego, muy despacio, volvía a latir hasta estallar...
Sabía que iba a perderla. Si en algún momento la había tenido, ella debía de haberlo olvidado, o quizás nunca lo supo, nunca hubo nada. Y sabía también, que juntos, juntos como un número indivisible... no existieron, no compusieron ni siquiera un "uno". Cuando ella se marchase de su vida para siempre, tenía la certeza de que en el fondo nada le quedaría ya, nada con lo que llenar el vacío.
Mientras, invariablemente, en la ciudad agitada y egoísta que caminaba sin mirar a quién dejaba atrás, vagabundo… la nieve seguía cayendo y cayendo hasta doblegar al aire y a la gravedad dentro de su curso precipitado. Dejó el acabado café sobre la mesa y giró el rostro un segundo. Se vio a sí mismo en el reflejo del cristal, pálido y roto como una fotografía en blanco. Se vio minúsculo y hueco, desdibujado y vacío... porque la perdía y perdía así, de nuevo, parte de lo que era... regalándoselo a otro mar sin marea, que si acaso le traería de vuelta un beso que nunca acabaría por llegar.
viernes, 15 de enero de 2010
en la noche
Las criaturas de la noche no hacen ningún ruido cuando son invisibles
sólo atraviesan el mundo en cabalgata salvaje
esperando
observando
a que salgas de casa a la hora de las brujas
cuando los murciélagos vuelan
y los cuervos se despojan de sus máscaras
revelando su bestial naturaleza
en un baile infernal
dirigido por un rey brujo
cuya mirada significa escalofrío, y su toque, la muerte.
Cuando los acólitos juegan a juegos prohibidos
invocando a oscuras deidades que la Humanidad jamás debió conocer.
Cuando los hijos de la noche enfundan su mirada en cuero y obsidiana,
y es cierto que su semblante es más negro que los más aciagos sueños.
Cuando los gatos erizan sus lomos ante lo que el hombre jamás pudo comprender,
y ay de ti si llegas a entreverlo
pues un solo paso habrá significado
la pérdida de lo que es para ti más preciado
convirtiendo tu vida
en la de una marioneta
de cuerdas cortadas.
Las criaturas de la noche no hacen ningún ruido cuando son invisibles.
sólo atraviesan el mundo en cabalgata salvaje
esperando
observando
a que salgas de casa a la hora de las brujas
cuando los murciélagos vuelan
y los cuervos se despojan de sus máscaras
revelando su bestial naturaleza
en un baile infernal
dirigido por un rey brujo
cuya mirada significa escalofrío, y su toque, la muerte.
Cuando los acólitos juegan a juegos prohibidos
invocando a oscuras deidades que la Humanidad jamás debió conocer.
Cuando los hijos de la noche enfundan su mirada en cuero y obsidiana,
y es cierto que su semblante es más negro que los más aciagos sueños.
Cuando los gatos erizan sus lomos ante lo que el hombre jamás pudo comprender,
y ay de ti si llegas a entreverlo
pues un solo paso habrá significado
la pérdida de lo que es para ti más preciado
convirtiendo tu vida
en la de una marioneta
de cuerdas cortadas.
Las criaturas de la noche no hacen ningún ruido cuando son invisibles.
jueves, 14 de enero de 2010
martes, 12 de enero de 2010
Enredar con las palabras
Sin buscar demasiado, escribir una palabra en el centro de la hoja e ir asociando otras que se escribirán como si fueran los rayos del sol. Enganchar nuevas palabras a estas y así sucesivamente hasta formar una red. Ahora es el momento de ponerse a escribir, dejándose llevar por lo que lo acumulado en el papel le sugiera a cada uno.
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