Déjame espacio que quiero saltar. Déjame soñar tranquilo. Hoy llueve pero me da igual, ya saldré corriendo a otra hora. Ya saldré a navegar prendido de tu brisa, y pararé para respirar cuando nadie sepa que lo hago. Me encerraré entre estos barrotes, en está prisión de palabras vacías, en este tiempo donde las decisiones son de hierro y mirar atrás está prohibido. Beberé de todas las fuentes, de las gotas de rocío. Beberé hasta convertirme en un pez de color derrota. Y si nadie quiere jugar a arder, me marcharé a la Luna. Y allí construiré relámpagos y sonetos, días para olvidar sino son perfectos y algún que otro bosque de piedra. Mejor me voy, que aquí me asfixio sin tu sonrisa. Que estos días son nublados y tus lágrimas me nublan a mí. Y sin tu voz el silencio hace daño y los segundos al transcurrir me lapidan, me dejan a la deriva entre otros rostros, entre otros nombres.
Déjame salir afuera y que sienta el viento. Déjame trotar hasta el infinito. Hoy no soy capaz de arreglar mis errores y menos de afrontar que las velas de la tarta se van derritiendo. Hoy no puedo pensar, hoy no me sirven mis inventos. Hoy sólo quiero enredarme en tu destino y que me mate una casualidad. Y que amanezca tan despacio y que atardezca tan deprisa. Que el humo no nos abrace y no nos bese la gasolina. Y que la lluvia solo nos mire de reojo. Que para decidir solo necesito un vaso en el que bucear y un charco en el que caer. Otra piedra en la que tropezar y una vida que perder. Seis balas que beber de un solo trago, un trasplante para este corazón hecho añicos, un pacto con el diablo. Que para avanzar solo necesito desearlo muy fuerte y entonces mis pasos me llevarán muy lejos. Tan lejos que el horizonte no me deje pasar. Tan lejos que encuentre el país de los Objetos Perdidos donde tantas cosas perdí. Tan lejos que encuentre el país de los Recuerdos Olvidados donde descansa mi pasado. Tan lejos que se desgaste mis sombra al viajar. Tan lejos que arrepentirse no sirva de nada. Iré sembrando de lágrimas la carretera, pintando con mis huellas el camino al sol. Pero todas las noches lo mismo de siempre. Encerrado sin luz. Encerrado en las palabras que he pronunciado. Negándome a creer todo lo que veo. Solo sé que la Tierra es un manicomio gigantesco, donde el único cuerdo es el que quiere estar loco.
Déjame la luz encendida. Déjame vivir en mis fantasías. Que la realidad me da miedo. Que la realidad es un muro de hormigón. Es la subida de precios. Son las profecías. Es el filo de una navaja. Son las arrugas. Es la soledad. Son las guerras y la distancia. Déjame vivir en mi mundo. Donde tú vuelvas a hacerme reír. Dónde no tengo nada. Déjame que no abra los ojos. Que llegue el invierno y sobre los rosales la escarcha no derrita el color rojo. Que al otro lado de la ventana las farolas piensan en huir, y las baldosas en vomitar tropiezos. Déjame que todo se dé la vuelta y sea distinto. Donde no haya nada que temer. Donde todo quede en secreto. Donde el granizo sea una ilusión y los vendavales un holograma. Donde todo esté por llegar. Donde grite y grite hasta quedarme sin voz. Hasta que los truenos sean un simple silbido. Hasta que los terremotos sean un simple tiritar por sorpresa. Déjame que no quiero mirar. Que la realidad me destroza. Que allí nadie se puede esconder. Todo está lleno de bombas y de antenas. Antenas para percibir quién no mira la televisión, quién quiere jugar a jugarse la vida. Que no quiero estar más ahí. Que solo paso el tiempo entre crucigramas y entre acertijos que no son más que el cruce de unas cuantas calles, los nombres de quienes creo que me escuchan. Y cuando me vence el cansancio ya se ha hecho otra vez de día y hay que seguir sintiendo. Seguir regando las plantas. Seguir pagando la vida. Seguir estando en alguna altura de la pirámide. arriba el que duerme sin sueños. Abajo el que duerme para soñar.
Así que déjame que ya tengo bastante. Déjame aquí que no me iré muy lejos. Que solo quiero desfigurar la realidad y fundir la fantasía hasta difundirla. Déjame corretear y que destroce este rompecabezas. Que cada párrafo no sabe hablar. Y cada línea es un balbuceo. Déjame ver como se empañan las letras. Como el sentido de las frases se desintegra.
Déjame salir afuera y que sienta el viento. Déjame trotar hasta el infinito. Hoy no soy capaz de arreglar mis errores y menos de afrontar que las velas de la tarta se van derritiendo. Hoy no puedo pensar, hoy no me sirven mis inventos. Hoy sólo quiero enredarme en tu destino y que me mate una casualidad. Y que amanezca tan despacio y que atardezca tan deprisa. Que el humo no nos abrace y no nos bese la gasolina. Y que la lluvia solo nos mire de reojo. Que para decidir solo necesito un vaso en el que bucear y un charco en el que caer. Otra piedra en la que tropezar y una vida que perder. Seis balas que beber de un solo trago, un trasplante para este corazón hecho añicos, un pacto con el diablo. Que para avanzar solo necesito desearlo muy fuerte y entonces mis pasos me llevarán muy lejos. Tan lejos que el horizonte no me deje pasar. Tan lejos que encuentre el país de los Objetos Perdidos donde tantas cosas perdí. Tan lejos que encuentre el país de los Recuerdos Olvidados donde descansa mi pasado. Tan lejos que se desgaste mis sombra al viajar. Tan lejos que arrepentirse no sirva de nada. Iré sembrando de lágrimas la carretera, pintando con mis huellas el camino al sol. Pero todas las noches lo mismo de siempre. Encerrado sin luz. Encerrado en las palabras que he pronunciado. Negándome a creer todo lo que veo. Solo sé que la Tierra es un manicomio gigantesco, donde el único cuerdo es el que quiere estar loco.
Déjame la luz encendida. Déjame vivir en mis fantasías. Que la realidad me da miedo. Que la realidad es un muro de hormigón. Es la subida de precios. Son las profecías. Es el filo de una navaja. Son las arrugas. Es la soledad. Son las guerras y la distancia. Déjame vivir en mi mundo. Donde tú vuelvas a hacerme reír. Dónde no tengo nada. Déjame que no abra los ojos. Que llegue el invierno y sobre los rosales la escarcha no derrita el color rojo. Que al otro lado de la ventana las farolas piensan en huir, y las baldosas en vomitar tropiezos. Déjame que todo se dé la vuelta y sea distinto. Donde no haya nada que temer. Donde todo quede en secreto. Donde el granizo sea una ilusión y los vendavales un holograma. Donde todo esté por llegar. Donde grite y grite hasta quedarme sin voz. Hasta que los truenos sean un simple silbido. Hasta que los terremotos sean un simple tiritar por sorpresa. Déjame que no quiero mirar. Que la realidad me destroza. Que allí nadie se puede esconder. Todo está lleno de bombas y de antenas. Antenas para percibir quién no mira la televisión, quién quiere jugar a jugarse la vida. Que no quiero estar más ahí. Que solo paso el tiempo entre crucigramas y entre acertijos que no son más que el cruce de unas cuantas calles, los nombres de quienes creo que me escuchan. Y cuando me vence el cansancio ya se ha hecho otra vez de día y hay que seguir sintiendo. Seguir regando las plantas. Seguir pagando la vida. Seguir estando en alguna altura de la pirámide. arriba el que duerme sin sueños. Abajo el que duerme para soñar.
Así que déjame que ya tengo bastante. Déjame aquí que no me iré muy lejos. Que solo quiero desfigurar la realidad y fundir la fantasía hasta difundirla. Déjame corretear y que destroce este rompecabezas. Que cada párrafo no sabe hablar. Y cada línea es un balbuceo. Déjame ver como se empañan las letras. Como el sentido de las frases se desintegra.
3 comentarios:
Estrenando el año tan genial como siempre ;)
Déjanos leer más cosas como estas, siempre en el límite entre lo real y lo fantástico, entre la poesía y el relato.
Feliz año, escritor.
Hola, muchas gracia! y feliz año también, a ver si me paso este miercoles por el taller!
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