lunes, 4 de junio de 2012

Music.

Canción: "Breath of life" (Florence + The Machine) - http://youtu.be/ROtBbOcdFxo


En lo alto de la torre, el viento chillaba en sus oídos con una furia que parecía provenir del mismo infierno. El panorama que se adentraba en sus ojos tampoco podía hacerla olvidar la realidad en la que se veía envuelta, tan feroz como las olas que rompían contra las rocas cortantes y tenaces. Un campo yermo se extendía a sus pies, con la luz del atardecer haciendo relucir las armaduras doradas de cientos y cientos de soldados. Su ejército, con sus poderosas banderas ondeando en aquella marea de aire y olor a muerte. Las crines rojas como sangre sobre sus cascos y aquellos escudos, con el nombre de la magia inscrito en el oro que los envolvía. Todos ellos, todos sin excepción, habrían de perecer. No había forma de escapar al destino cuando nos aguarda, se dijo, y ella nunca había echado a correr. Inspiró hondo, tragándose aquel huracán como si fuera su último aliento de vida. Sabiendo que quizá era así. Y cantó la última canción al cielo, mirando hacia las nubes grises y el universo intrincado. Cantó lenta y suavemente la melodía de un grito desaforado y al acabar, bajó uno a uno los escalones de aquella torre hasta alcanzar el foso. El agua estaba quieta, estancada igual que todos ellos, parados en aquel minuto que parecía extenderse para siempre. Recordó la luz y se perdió en las sombras. Buscó una imagen feliz en su memoria, y la atesoró entre sus manos como un pálpito de vida.

Y cuando el último rayo pareció esconderse tras el horizonte, aparecieron.

Miles y miles de caballos negros cubriendo los campos blancos como un magma lento y denso. Y a lomos de cada uno de ellos, un hombre de armadura tan oscura como las crines del animal. Tanto, que casi parecían fundirse en un abrazo que les llevase a las tinieblas de las que parecían haber sido arrancados. Poco a poco se irían acercando, pensó, hasta que las espadas fuesen desenvainadas y la sangre fluyera como agua, dibujando las huellas de una batalla que no debían perder, pero que no podían ganar.
Cuando su hermano la miró a los ojos y la tomó de la mano, dispuesto a dar la orden, ella sonrió hacia la lejanía llena de espectros al galope, acercándose, parecía, para devorarles a todos.

-Que vengan - susurró - estaremos aquí para luchar. 
Y rozó suavemente el filo que sostenía entre sus manos.
Que vengan.

3 comentarios:

C.S dijo...

A razón de lo que publicó Ulises, he escogido una canción y escritó lo que me surgió al escucharla. Me nació este texto y otro de estructura muy distinta pero oscuridad similar, que ya colgaré ;)

Daniel Rosselló Rubio dijo...

Contesto a tu relato con otra canción:

http://www.youtube.com/watch?v=d47gTUNY86k

Pura dijo...

¿Influida por el vídeo también? Es difícil sustraerse a la imagen.
Muy descriptivo. A ver cómo es el siguiente.

(El que puso la propuesta no fue Ulises, sino Guillermo que firma como Odiseo. Es para confundirse...)