martes, 13 de octubre de 2015

Los sentidos


Todos somos capaces de apagar nuestros sentidos, aunque solo sea por unos segundos.
Cuando no queremos ver la escena de miedo de una película, cerramos los ojos con fuerza. Tanto que luego duele el abrirlos y ver que se ha ido aquel monstruo.
Cuando no queremos respirar cerca del contenedor de la basura, nos tapamos la nariz y dejamos de coger aire unos segundos para no oler toda esa peste.
Si no queremos saborear el asqueroso jarabe cuando estamos malos, lo tragamos corriendo evitando el sabor en la boca más tiempo.
Incluso cuando tocamos una bombilla encendida, ese acto reflejo, ese calor que sentimos tan abrasador nos advierte de que quitemos la mano.

Somos capaces de manipular a nuestro propio títere.
Pero... ¿y el oído? por más que aprietes o intentes ignorar los ruidos, no puedes apagar este arma.
Miles de veces que me gustaría no haber oído todo aquello, rumores, insultos, gritos, súplicas...
Son como miles de truenos en mi cabeza, tratando de salir, riéndose de mi.

Tememos por cada susurro, cada risa y cada amenaza de aquellos que nos odian.
Nos entristece recordar cada promesa, cada frase, cada poema de aquellos que lo fueron todo.
¿Por qué no somos capaces de ignorarlo?
Dejar de oír aquello que no queremos solo unos segundos...

-Claudia A.

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