viernes, 1 de abril de 2011

¡Y otro más!

¡Alá es grande!

KALBUM DAHABIN- Pero hombre, no se ponga así…

EL CRIADO- ¡Perdido! ¡Perdido! ¡Perdido!

KALBUM DAHABIN- Está viéndolo por el lado negro…

EL CRIADO- ¿Y qué otra forma hay de verlo? ¿Acaso se puede escapar de la Muerte? ¿Acaso no fui un iluso? ¿Acaso no fui un estúpido?

KALBUM DAHABIN -Acaso sí, pero…

EL CRIADO- ¡Ay! ¡Ayyyyy! ¡Perdido! ¡Perdido! Me encontrará, se abalanzará sobre mí en la oscuridad sin que pueda presentirlo, y sólo cuando oiga su gélida voz y note su aliento de hielo en la nuca, me daré cuenta, pero entonces, ¡será ya demasiado tarde! ¡Oh! ¡Perdido! ¡Perdido!

KALBUM DAHABIN -¡¿Quiere dejarlo ya?! ¡Me está poniendo nervioso!

(EL CRIADO se calla, pero le ha entrado hipo de tanto lloriquear).

KALBUM DAHABIN -Mire, tal vez podamos hacer algo…

EL CRIADO- (hipando) ¿De veras?

KALBUM DAHABIN -Sí. No es imposible burlar a la Muerte; hay quien ya lo ha conseguido anteriormente.

EL CRIADO- (con cara de sorpresa) ¿En serio? ¿No me está mintiendo? –hip-, ¿Hay quien ha podido escapar de ella? –hip.

KALBUM DAHABIN- Sí. Pero se necesita ser astuto, muy astuto. ¡Como un viejo zorro!

EL CRIADO- (lamentándose) Yo soy tan astuto como una cabra chocha, -hip.

KALBUM DAHABIN -Desde luego muy listo no has sido viniendo hasta aquí. ¿Pensaste que podrías darle esquinazo desplazándote sencillamente un par de miles de kilómetros?

EL CRIADO- ¡hip! Pues… ¿si?

KALBUM DAHABIN -¡Menuda tontería! ¿Es que no sabes que la muerte puede viajar miles y miles de kilómetros sólo con un parpadeo?

EL CRIADO- Sabía que era muy rápida, -hip. ¡Pero no tanto!

KALBUM DAHABIN -Ay, ay, ay (suspira). El caso es que… (EL CRIADO le interrumpe hipando).

EL CRIADO- ¡hip!

KALBUM DAHABIN- (se aclara la garganta) El caso es que… (el hipo de EL CRIADO le interrumpe de nuevo).

EL CRIADO- (más fuerte esta vez) ¡HIP! ¡HIP!

KALBUM DAHABIN - (realmente enfadado, gritando) ¡QUIERES DEJAR YA DE HIPAR!

(EL CRIADO enmudece súbitamente, pálido como la cera).

KALBUM DAHABIN- Bueno, a ver si así puedo pensar… ¡Ajá! ¡Ya está!

EL CRIADO- (sonríe, como un niño. Alegre) ¿Ya está?

KALBUM DAHABIN- (evidentemente pagado de sí mismo) Sí, ya está. Lo tengo: te cambiaremos. Te cambiaremos totalmente, de arriba abajo, de pies a cabeza, de lado a lado, desde la punta de la uña de tu dedo gordo del pie hasta el último pelo de tu peluda cabeza. ¡Nadie podrá reconocerte! ¡Ni la Muerte, ni la mismísima madre que te parió!

EL CRIADO- (confundido al principio, su rostro va pasando gradual y lentamente, del más absoluto desconcierto, a una explosiva exaltación). ¡Oh noble hombre! ¡Es una maravillosa idea! ¿Cómo podré agradecéroslo? ¡Os debo la vida!

KALBUM DAHABIN- Bueno, bueno, no te precipites. Aún no ha funcionado puesto que ni siquiera la hemos puesto en práctica.

(EL CRIADO refleja ahora consternación, su alegría se ha esfumado tan rápidamente como llegó).

KALBUM DAHABIN- (precipitadamente) ¡Pero no te preocupes! (excesivamente amable para intentar subsanar su error). ¡Funcionará! ¡Estoy seguro!

EL CRIADO- (escéptico, irónico) ¿Ah si? ¿Y eso como lo sabe, si aún ni siquiera la hemos puesto en práctica?

KALBUM DAHABIN- Pues porque yo soy… (pausa dramática) ¡KALBUM DAHABIN!

EL CRIADO- Tanto gusto.

KALBUM DAHABIN- (con voz potente, declamando, con aires de profeta) y KALBUM DAHABIN…

EL CRIADO- Tanto gusto de nuevo.

KALBUM DAHABIN- …siempre encuentra (abriendo los brazos en un gran, gran gesto) ¡EL CAMINO!

(EL CRIADO aplaude, impresionado por la actuación).

KALBUM DAHABIN- Bien, sígueme, ¡debemos darnos prisa!

EL CRIADO- Sí, sí. Como usted mande.

(Ambos entran en la casa de KALBUM DAHABIN. El CRIADO sigue a su anfitrión por toda la casa hasta una pequeña habitación, situada en la parte trasera, y que da a un recogido jardín. Por una pequeña ventana cuadrada entran las primeras luces rosadas del amanecer, dándole a la estancia un extraño halo de sobrenaturalidad. La habitación, casi minúscula, está dotada de un hogar, en el que aún humean las brasas de la noche, un catre de aspecto confortable, una mesa de trabajo y un montón de estanterías atiborradas que contribuyen a empequeñecer el poco espacio sobrante. La sensación debe de ser de “El Camarote de los Hermanos Marx”, pero a la oriental. Las baldas estarán llenas, repletas hasta los topes de tarros: tarros grandes, tarros pequeños, tarros medianos; y frascos: frascos medianos, frascos pequeños, frascos grandes; y botes: botes pequeños, botes grandes… ).

(KALBUM DAHABIN y EL CRIADO hacen su aparición en escena. KALBUM DAHABIN marcha delante, con decisión. EL CRIADO le sigue y curioso, mira todo a su alrededor. Entran en la habitación uno detrás del otro, aunque como se comprobará, apenas caben los dos, por lo que moverse les resultará peculiarmente difícil; siempre se estorbarán entre ellos.).

EL CRIADO- (muy asombrado y un poco asustado) ¡Vaaaayaaaa! ¿Es usted brujo?

KALBUM DAHABIN- (ofendido) ¡Brujo! ¡Habrase visto! ¡Brujo! ¡Pero qué dices! (más calmado) Yo soy sanador, ¡científico! Ayudo a las personas, como a ti ahora, por ejemplo.

EL CRIADO- (igual de asombrado pero menos asustado) ¿Y usted…ha leído todos estos libros?

KALBUM DAHABIN- En efecto. Algunos incluso, los he escrito yo mismo.

EL CRIADO- ¡Vaaayaaa! (admirándose) ¡Debe de ser usted un hombre realmente sabio!

KALBUM DAHABIN- (hinchado como un pavo). Pues sí, bastante. Ciertamente, ciertamente. Pero no hablemos de mí; ¡lo prioritario ahora es encontrarte un disfraz!

EL CRIADO- ¿Guarda usted los disfraces aquí?

(KALBUM DAHABIN sin dar síntomas de haberlo oído, comienza a revolver frenéticamente por las estanterías).

KALBUM DAHABIN- Veamos, veamos… sé que lo puse por aquí… hum… (mascullando por lo bajo). Esa mujer debe de haber estado revoloteando entre mis cosas otra vez. ¡Estas mujeres siempre igual, no pueden estarse quietas! ¡Qué manía con limpiarlo todo! … ¡Ajá! (triunfante) ¡Aquí está!

EL CRIADO- ¿Ha encontrado el disfraz?

KALBUM DAHABIN- Mucho mejor que eso.

(KALBUM DAHABIN extrayendo con cuidado un diminuto frasquito de vidrio azulado, se aproxima a la lumbre).

KALBUM DAHABIN- (a EL CRIADO) Ven, ¡venvenven!

EL CRIADO- ¡Voyvoyvoy!

KALBUM DAHABIN- ¡Ajá! (acercándose a un caldero que se sostenía sobre un trébede, al calor de las ascuas. Con extremo cuidado, casi con delicadeza, esparce tres gotitas del frasquito dentro). Ahora (mirando a EL CRIADO), necesitamos té.

EL CRIADO- ¿Té? ¿Té, señor? Creía que teníamos prisa…

KALBUM DAHABIN- Amigo mío, en este mundo nada que se espera que funcione puede funcionar sin un buen té. (Acercándose al quicio de la puerta) ¡Fátima! ¡Fáaaaatima! (gritando cada vez más) ¡Fáaaaaaatimaaaaa! ¿Es que no oye usted?

VOZ DE FÁTIMA, (lejana)- ¡Le oigo! ¡Le oigo! ¿Se puede saber qué quiere? ¡Aún no ha cantado el gallo!

KALBUM DAHABIN- ¡Baje y tráigame un té enseguida!

VOZ DE FÁTIMA- ¿Un té? ¿Es que no puede esperarse a la hora del desayuno?

KALBUM DAHABIN- ¿¡Es que va a discutirme!? ¡Le he dicho que me traiga un té! ¡Y punto!

VOZ DE FÁTIMA- ¿Y cómo lo quiere el té, el señor? ¿Con limón? ¿Con canela? ¿Con leche de cabra?

KALBUM DAHABIN- ¡Usted ya sabe cómo! Y ahora, no me entretenga, ¡Esto es una cuestión de vida o muerte! ¿Es que no se da cuenta?

VOZ DE FÁTIMA- Claro, claro… ¡Siempre es una cuestión de vida o muerte!

KALBUM DAHABIN- (volviendo dentro de la habitación) Bien, ¿Por dónde íbamos? (mira a EL CRIADO, que al mentar la Muerte se ha vuelto a quedar lívido). ¡Ah sí! Ahora necesitamos… ¡un pelo!

EL CRIADO- (arrancándose uno). ¡Aught! Tome…

KALBUM DAHABIN- No hombre no, tuyo no.

EL CRIADO- Jo, podría haberlo dicho antes…

KALBUM DAHABIN- Tiene que ser el pelo adecuado… la cuestión es: ¿Dónde encontrarlo?

EL CRIADO- ¿En la barbería?

KALBUM DAHABIN- (sin prestarle atención) a ver, a ver… (Dirige su mirada por toda la sala, escrutándola). ¡Ajá! (rápidamente se dirige hacia una percha de madera y coge en sus manos una chaqueta raída, vieja y sucia). ¡Esto es perfecto! (con cuidado, pellizca un pelo de la tela y con un espaviento, lo lanza dentro del caldero, que empieza a borbotear). ¡Ahora sólo nos falta un té!

FÁTIMA- (entrando en escena). ¡Ya está aquí el dichoso té!

KALBUM DAHABIN- ¡Ah! (meloso). ¡Fátima querida! ¡Tú tan oportuna como siempre! ¡Eres tan adorable como un pastelillo de miel y almendras!

FÁTIMA- (notablemente halagada) Ya, ya… Eso lo dice por decir…

KALBUM DAHABIN- De ninguna manera; lo digo porque así lo pienso, y porque lo pienso así es. Es usted tan dulce como un postre de melocotón y merengue, como un batido de leche de coco y canela, como un trocito de turrón…

EL CRIADO- Me está entrando hambre (las tripas de EL CRIADO rugen).

FÁTIMA- (sonrojada hasta la punta de las orejitas) Ya, ya…

KALBUM DAHABIN- Pero efectivamente como me acaba de recordar mi nuevo buen amigo, no es momento de pensar en comida. Por favor querida, si tuvieras la amabilidad de dejarnos…

FÁTIMA- Sí, sí… (servicial, inicia su desaparición de escena) por supuesto… ya me voy, les dejo solos a los señores, que tienen cosas importantes que hacer, ¿verdad? ¡Una cuestión de vida o muerte! Y tú aquí Fátima, estorbando; discúlpenme por haberlos molestado, no sé cómo lo hago, ¡siempre estoy en medio!

(A causa del reducido espacio se inicia una especie de movimiento de tetrix: EL CRIADO se mueve a la derecha, para que KALBUM DAHABIN pueda desplazarse hacia la izquierda y así FÁTIMA salga por el hueco de delante, pero entonces EL CRIADO se mueve de nuevo, lo que obliga a FÁTIMA a moverse en diagonal en vez de hacia delante, con lo que KALBUM DAHABIN tiene que desplazarse nuevamente, en esta ocasión dando un salto hacia atrás justo a tiempo para que FÁTIMA no le pise, pero al caer de nuevo se desequilibra y EL CRIADO, viendo la que se le viene encima hace una doble pirueta en vertical esquivando el cuerpo de KALBUM DAHABIN, que cae pesadamente sobre el jergón. Así, con KALBUM DAHABIN fuera de juego, FÁTIMA consigue por fin salir de la habitación).

KALBUM DAHABIN- (sentado sobre el jergón) Bien…eso ha sido… ¡divertido! ¡jajá! ¡Pero!

(súbitamente serio) Me temo que ni siquiera tenemos tiempo para distracciones. Veamos.

(acercándose a la bandejita de té). Cogemos esto… (sirviendo el té en un vaso), y ahora (aproximándose al caldero), será mejor que se cubra amigo.

(EL CRIADO se refugia en la última esquina de la habitación, tapándose la cara con los brazos, pero mirando por un ojo a través del hueco de sus extremidades).

KALBUM DAHABIN- Bien, ahora, con cuidado, con mucho cuidado… (vierte el té sobre el caldero, el cual, inmediatamente después, emite una explosión de humo blanco y lanza una llamarada hacia el cono de la chimenea).

¡BOOOM!

EL CRIADO- ¡AAAAAAAH!

(Cuando el humo se disipa, se hace visible KALBUM DAHABIN, que aparentemente no ha sufrido daño alguno, salvo por el hecho de estar blanco como la cal y muy, muy ahumado).

EL CRIADO-¡ Kalbum Dahabin! (jadeando) ¿Está usted bien?

….

EL CRIADO-¡Kalbum Dahabin! ¡Conteste por favor!

KALBUM DAHABIN- (volviendo en sí) ¿Eh? ¡Ah! Vaya, yo diría que la operación ha sido un éxito, ¿no? Quiero decir, no ha muerto nadie ¿verdad?

EL CRIADO- No…todavía no….

KALBUM DAHABIN- ¡Fantástico! Bien, procuremos que siga siendo así (le guiña un ojo a EL CRIADO). Toma (le tiende otro vaso).

(EL CRIADO, temeroso, no se decide a moverse.)

KALBUM DAHABIN- Venga hombre, ¡que no tenemos todo el día! (señalando al caldero) ¡Sírvete!

(EL CRIADO se mueve medio paso).

KALBUM DAHABIN- (contrariado) ¡Pero bueno! ¿Qué ocurre ahora? ¿Es que te has echado atrás?

KALBUM DAHABIN- Hummm, creía que eras un hombre valiente…

EL CRIADO- ¿Sí?

KALBUM DAHABIN- Sí. Cuando te vi llegar a caballo a la ciudad, huyendo… me dije: mira, este chico sí que los tiene bien colocados.

ELC RIADO- ¿En serio?

KALBUM DAHABIN- Por supuesto. Por eso me decidí a ayudarte. Porque pensé: no puedo dejar a un muchacho tan valeroso a merced de la Muerte, ¡debo echarle una mano! Y aquí estoy, arriesgando mi propia vida, mi propia suerte, por salvarte. ¿Y tú me lo agradeces así? ¿Rindiéndote cuando ya estamos tan cerca de la victoria?

EL CRIADO- Yo….

KALBUM DAHABIN-¡Vamos! ¡Adelante! ¡Sé un hombre!

EL CRIADO- Yo…

KALBUM DAHABIN- ¡Yo sé que puedes! ¿Eres una gallina?

KALBUM DAHABIN- ¡Contesta! ¿Eres una gallina?

EL CRIADO- No.

KALBUM DAHABIN- No, ¿qué?

EL CRIADO- No soy una gallina.

KALBUM DAHABIN- ¿Cómo? No te oigo.

EL CRIADO- ¡No soy una gallina!

KALBUM DAHABIN- Sigo sin oírte…

EL CRIADO- ¡¡No soy una gallina!!

KALBUM DAHABIN- ¡Más fuerte!

EL CRIADO- ¡NO SOY UNA GALLINA!

KALBUM DAHABIN- ¡Exacto! ¡No eres una gallina! ¡Así que ahora vas a coger ese vaso en tu mano, vas a llenarlo hasta arriba de una sustancia desconocida y probablemente desagradable, y te lo vas a beber de un trago! ¿Está claro?

EL CRIADO- ¡SÍ!

KALBUM DAHABIN- ¿Qué vas a hacer?

EL CRIADO-¡Voy a coger ese vaso en mi mano, voy a llenarlo hasta arriba de una sustancia desconocida y probablemente desagradable, y me lo voy a beber de un trago!

KALBUM DAHABIN- ¡Muy bien! ¡Adelante campeón!

(Así, soltando un rugido cual león del desierto, EL CRIADO se abalanza ferozmente sobre KALBUM DAHABIN, arrancándole de un zarpazo el vaso de la mano. Luego lo sumerge con rabia en el caldero espumeante, llenándolo hasta arriba, y finalmente, tras emitir un grito de poder, se embulle el líquido en el esófago).

EL CRIADO- ¡Ah! (mira entorno a sí, luego mira el culo del vaso, vacío, luego de nuevo entorno a sí; parece distraído).

KALBUM DAHABIN- ¿Y bien? ¿Qué tal? ¿Cómo…cómo te sientes?

EL CRIADO- Bien. Sí, yo diría que bien. (Se pasa la lengua por los labios). ¿Sabe? No estaba tan mal…

KALBUM DAHABIN- ¿Y te sientes… diferente?

EL CRIADO- ¿Diferente? No. ¿Por qué?

KALBUM DAHABIN- No, no. No, nada.

KALBUM DAHABIN- O sea, que… ¿igual que siempre no?

EL CRIADO- Hum, sí, supongo que sí. Como siempre.

KALBUM DAHABIN- Ninguna… ¿novedad?

EL CRIADO- No que yo sepa.

(Al fondo, se oye que llaman a la puerta de la calle).

EL CRIADO- ¿Y usted? ¿Ve alguna diferencia?

(Vuelven a llamar a la puerta de la calle).

KALBUM DAHABIN- Sí, yo diría que…se te ve distinto.

EL CRIADO- ¿Distinto? ¿En qué sentido?

(La puerta de la calle se abre, y luego se cierra. Se escuchan voces que vienen de la entrada, una de ellas la de FÁTIMA).

KALBUM DAHABIN- Pues no sabría decirte; distinto.

El CRIADO- Entonces, ¿ha funcionado? ¿o no?

VOZ DE MUJER- ¡Ya le he dicho que no pienso esperar fuera! (furiosa) ¡Sé que está aquí!

(Hace su entrada en escena una mujer. Es joven y bastante hermosa. Viene con las ropas desordenadas y los cabellos revueltos bajo el pañuelo; parece que venga de boxear con alguien. Y sin duda, está muy airada).

MUJER- ¡Ajá! (triunfante, pero no por ello menos colérica). ¡Sabía que estarías aquí!

KALBUM DAHABIN- ¡Amina!

AMINA- ¡ Y TÚ! ¡Tú siempre encubriéndole! ¡Cómo si todavía fueseis unos niños!

FÁTIMA- ¡Señor! Señor lo siento, no he podido impedir que entrara. Esta loca casi me tira al suelo cuando he…

AMINA- ¿Loca? Sí, claro. ¡Loca! ¡Soy una loca! ¿Y todo por qué? ¡Por culpa de ese mal nacido! (señalando a EL CRIADO). ¡Oh! ¡Alá maldiga el día en que me casé contigo!

EL CRIADO- ¿Yo?

AMINA- ¿Quién si no? ¡Estoy harta! ¡Harta! ¿Me entiendes?

EL CRIADO- No del todo…

KALBUM DAHABIN. Amina, por favor…

AMINA- (a EL CRIADO) ¿Pero es que todavía tienes la desvergüenza de burlarte de mí? ¡Pues que sepas que eso sí que no lo pienso aguantar! He soportado pacientemente tus escapaditas nocturnas, que no vuelvas a casa hasta medio día, que te conozcan en todos los burdeles de Ispahán, ¡PERO SE ACABÓ! ¿ME OYES?

KALBUM DAHABIN- Amina, ten la bondad de escuchar un momento…

AMINA- ¡No! ¡No pienso oír ni escuchar una mentira más!

KALBUM DAHABIN- ¡Pero es que no es lo que tú te piensas!

AMINA- ¡AH! ¿CON QUE NO? ¿EH?

KALBUM DAHABIN- (Muy, pero que muy, muy intimidado). No.

AMINA- ¿ES QUE CREES QUE SOY UNA IDIOTA?

KALBUM DAHABIN- No.

AMINA- (a EL CRIADO) ¿Y tú, querido, crees que soy una idiota?

EL CRIADO- (temblando de pies a cabeza). No.

AMINA- ¡Bien! ¡Porque no lo soy! ¿Entendéis? ¡No soy ninguna idiota!

(Todos, incluida Fátima, niegan con la cabeza).

AMINA- ¡Bien! (recuperando un poco la compostura). Bien. Me alegro.

(Tras el arranque de rabia Amina parece no saber qué decir. Se hace un silencio incómodo).

FÁTIMA- Bueno, pues si ya está todo aclarado…

AMINA- Sí, desde luego, ya está todo clarísimo…

KALBUM DAHABIN- Pero…

AMINA- Será mejor que nos vayamos. (a KALBUM DAHABIN) Espero no haber molestado…

KALBUM DAHABIN- ¡Por favor Amina!, ¿cómo se te ocurre pensar tal cosa?

AMINA- Reconozco que a veces… tiendo a exaltarme.

KALBUM DAHABIN- De ninguna manera; lo que sucede es que eres una mujer apasionada.

FÁTIMA- (por lo bajo) Apasionada sí… ¡una loca!

AMINA- No sabes cuanto agradezco tu comprensión. (con retintín) Ojalá algunos fueran como tú (mirada envenenada a EL CRIADO).

(EL CRIADO, sin saber qué hacer, opta por sonreír estúpidamente).

AMINA- ¡Ay! (lamentándose. Ojos hacia el cielo) ¡Por qué a mi…?

KALBUM DAHABIN- (en tono de tierno reproche) Amina…

AMINA- Sí, sí, ya nos vamos. (a EL CRIADO) ¡Tú! Vamos, ¡andando!

EL CRIADO- ¿A dónde?

AMINA- ¡A casa! ¿O qué? ¿Todavía tienes ganas de fiesta?

EL CRIADO- (dubitativo) Eh…

KALBUM DAHABIN- Venga Kasib, no compliques más las cosas…

(AMINA agarra a EL CRIADO por la muñeca y lo arrastra fuera de la habitación, como si fuera un niño pequeño rebelde que se hubiera escapado de casa. Justo antes de desaparecer por el umbral de la puerta, EL CRIADO lanza una última mirada de auxilio a KALBUM DAHABIN, quien le responde alzando las manos, con las palmas hacia arriba, en gesto de “¿Yo que quieres que le haga? ¡Es tu mujer!”).

VOZ DE EL CRIADO- (en un grito agónico) ¡Kalbum Dahabin…!

KALBUM DAHABIN- (haciéndose eco ahuecando las manos junto a la boca, para que EL CRIADO le oiga) ¡Recuerda que eres un hombre valiente muchacho! ¡Valor!

(Tras esta última llamada, KALBUM DAHABIN y FÁTIMA quedan solos en escena. Sigue un pequeño silencio, que vendrá a interrumpir finalmente FÁTIMA).

FÁTIMA- ¿Quién era ese pobre inocente?

KALBUM DAHABIN- Pse… un criado que llegó de madrugada buscando escapar de la Muerte.

FÁTIMA- (sorprendida) ¿En serio?

(KALBUM DAHABIN asiente con la cabeza).

FÁTIMA- ¿Y le advertiste acerca de….?

KALBUM DAHABIN- ¿Acerca de qué?

FÁTIMA- De con quién lo estabas “casando”.

KALBUM DAHABIN- ¡Ah, eso! Bueno…digamos que no estaba exactamente previsto….

FÁTIMA- ¿Y el verdadero Kasib?

KALBUM DAHABIN- ¡Si lo supiera!

FÁTIMA- ¿Y cuánto dura el efecto?

KALBUM DAHABIN- Pse… el tiempo es un ente escurridizo, ponerle barreras intentado medirlo está fuera de nuestro alcance, simples mortales.

FÁTIMA- O sea, que no lo sabe…

KALBUM DAHABIN- (bufando). ¡Cómo te atreves! ¿Acaso olvidas quién soy yo? ¡Yo soy Kalbum Dahabin, y Kalbum Dahabin, lo sabe y conoce TODO!

(Finalmente, con gesto afectado, haciendo un gran aspaviento de genio incomprendido, KALBUM DAHABIN abandona majestuosamente el escenario).

FÁTIMA- ¡En el nombre de Alá! Locos, definitivamente, ¡están todos locos!

SE CIERRA EL TELÓN

4 comentarios:

Sara dijo...

Bueno...me ha quedado un poco largo...He tardado más en colgarlo porque tenía que terminarlo, que en el taller no me dio tiempo =)
Ahora que ya puse punto y final a este, me concentro en terminar el otro =)
Ciao Ciao!

C.S dijo...

y cuando estén colgados los dos, el blog hará PUUUUUUUM PAM! SPLASH! THE END! xDDDD es taaaan corto, que lo he mirado una vez y ya me ha valido ^^ que no, tonta, que me gusta (muy) mucho todo ajjaja :)

Pura dijo...

¡Acabo de verlo! ¡Es genial, divertido, ágil, casi como teatro del absurdo! Me encantan las acotaciones. Y tampoco era tan largo...

Mario Sánchez dijo...

Jajaja está muy bien!!
Por cierto, te respondo aquí al comentario que me pusiste en lo último que he subido creo, que lo acabo de ver xD pongo en cursiva las frases, de lo que he escrito, que me gustan xDD