Solo
una luz encendida,
segundos
cayendo
como
cae la lluvia.
Mi
paraguas con goteras,
mis
huesos
calados
hasta
los
huesos.
Me
saluda el invierno
con
un gesto de cabeza,
miro
atrás,
pero
ya no está la primavera,
ni
siquiera
ayer
está.
Lejanía
tormentosa que entierra
una
mueca y una lección,
una
herida.
Solo
una luz encendida,
el
griterío de la calle
olvidándose
de callar.
Me
pueden las ganas
de
mirar
por
tu ventana,
de
calmar mi sed
y
mi fiebre.
Quiero
morder,
ensañarme
con el presente,
que
amenaza
siempre
con desaparecer.
vuelvo
a perder,
a
perderme,
por
este laberinto,
ahogándome
con cada despedida.
Solo
una luz encendida,
y
mi tinta
queriendo
tatuarse en tu piel.
El
tiempo no cura a mis costillas
rotas
de dar
alma
y corazón
a
todo lo efímero
que
encuentro.
El
viento no amaina,
cotidiano
murmullo,
residual
rutina,
la
misma tos,
la
misma voz rota en trozos,
ni
loco ni cuerdo,
solo
confuso,
sin
entender el mundo
ni
la vida.
Solo
una luz encendida.
1 comentario:
¡Qué bueno, Mario! Me encanta
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