¿Qué harían el uno sin el otro? Morir en aquel lúgubre
antro. Un dúo como cualquier otro, sin nada en particular, nada por lo que
destacasen. Solo son una voz y un piano llorando en la oscuridad de la noche.
Solo son el decorado del bar, como un cuadro que se puede ver y escuchar.
Desde que se esconde el Sol hasta que la Luna es un recuerdo
lejano tocan en cualquier bar por unas monedas. Mientras en la calle el frío de
la noche cala hasta los huesos, allí dentro podrás calentarte al son de su
música. Ella cantará con esa voz cascada por la edad y el alcohol, que parece
ahogarse en la belleza que fue en el pasado. Él la acompañará con una suave
melodía al piano, en un tono cansado y antiguo, para que ella pueda mover sus
caderas lentamente, meciéndose bajo un foco.
La gente les mirará y algún atrevido tratará de bailar sus
canciones. Desde la barra mirarán su falda perdidos en su voz y recordarán un
amante pasado. Verán las manos de él tocar y pensarán en lo fácil que parece y
en cómo podrían haber aprendido ellos mismos a hacerlo. Pero ya es tarde, el
tiempo pasa para todos y el amanecer se acerca. La gente se irá y el bar
cerrará, dejándoles solos con un camarero aburrido tras la barra. La noche
llegará a su fin y ellos volverán cansados a su casa a tiempo de ver el Sol
bostezar sobre los tejados de la gran ciudad.