miércoles, 4 de noviembre de 2009

FLASHFORWARD "el golpe"

Cuando su cuerpo cayó desplomado sobre el suelo, la visión ya había comenzado, lo hizo en el momento justo en el que la primera imagen turbó su vista y el túnel apareció. Ella iba en el metro, se palpó el abrigo y notó el contorno de la pistola, la luz parpadeaba mientras su cuerpo se contorsionaba entre otros tantos, era tarde y aún así el vagón iba lleno. El aire estaba enrarecido y le costaba respirar, tenía ganas de correr, su mente desprendía más calor que la fruición de las vías, era como metal contra metal.

Llevaba el pelo suelto, con la melena corta y negra enmarcando su rostro afilado, los labios de un pálido color carne no destacaban, a pesar de su trémula sonrisa. Alicaída dejó su reflejo flotar en la puerta de plástico sin que sus ojos siguieran observándolo y movió sus pies, embutidos en unas botas de piel roja. Estaba demasiado inquieta, insegura, hervía en preguntas cuya respuesta nunca obtendría. Le odiaba.

El tren se detuvo y las puertas mecánicas se abrieron sin un solo chirrido. La masa la empujó y ella supo deslizarse con elegancia, subió la escalera y esquivó como un animal de presa cada cuerpo que se interponía delante de sí. Y entonces algo la golpeó, un chico joven se tropezó y sus hombros se chocaron. Fue un golpe seco y fuerte, parecía ir con prisa y sin embargo en cuanto la vio, sus ojos verdes se la quedaron mirando. Ella no sabía quién era él, pero aquel chico levantó su mano y la acercó hasta sus mejillas, acarició sus pómulos y frunciendo el ceño en un gesto de extrema tristeza le dijo “deberías hacerlo ahora” y bajó su mano hasta el bolsillo de su abrigo, sacó la pistola y se la puso en las manos, apuntándose así mismo. Ella vio el fondo de su vida en aquellos ojos y entonces despertó.

Su amiga la ayudó a levantarse del suelo y se sentó. Tenía ante sí toda la bahía, con el mar tan extenso como el cielo, nadando en ese tono turquesa que hacía unos segundos había visto en aquellos ojos ajenos. Se palpó el abrigo pero no había rastro de ningún arma. Su amiga la miró tan sorprendida como debía de hacerlo ella misma y preguntó “¿qué has visto?”

Ella cerró los ojos, pero él ya no estaba allí… aún.

2 comentarios:

Pura dijo...

Bieeeen, Carlota. El blog nos permite tenerte entre nosotros aunque sea a destiempo. ¿Vendrás el miércoles próximo?
Besos, besos.

Daniel Rosselló Rubio dijo...

ya sabes Pura...a escuchar metal y goth XDXD y todos!!

genial Carlota ahora a demás de ser una gran escritora y una friki de la historia vas a ser omnipotente

^^un besillo