jueves, 26 de noviembre de 2009

¡¡El blog cumple un año!!

El 26 de noviembre de 2008, tímidamente y con letra pequeñita, apareció la primera entrada del blog del taller.

Desde entonces, ha crecido con la ayuda de todos y casi se ha hecho mayor de edad.

Nuestro "Hilo Azul" nos une cada día con más fuerza.

Gracias y...¡a por el 2º!


miércoles, 25 de noviembre de 2009

La sinestesia

Ven ahora que el tiempo apremia, deja que te cuente, déjame explicarte lo que no se decir de otra forma, que quieres, los jeroglíficos ni la opera son lo mío. Tal vez te sorprendan mis pensamientos azules al caminar por un mar áspero y chillón. De verdad que no lo sé.

Sostenme. Calíbrame. Apártame de tú lado. Chilla conmigo. Estoy harto de tragarme tus conspiraciones, de beberme los malos ratos que me dejan los restos de cortar drogas inexistentes. Visita mi jaula, mis rincones, mi mueble bar, mi armario lleno de vidas. Vidas que estaban de rebajas en una tienda poco importante. Vidas que o no abrigan o ya no me valen. Comprueba si la vieja música de mi tocadiscos está demasiado salada. La sobriedad de mi residencia la compenso con poca resistencia, con sonrisas pintadas en las ventanas y en las puertas. Sonríe al mundo que hay ahí fuera, sonríe antes de marcharte. Sonríe a la cámara. Pinto sonrisas y también maquillo ilusiones. Disfrazo verdades de mentiras, pulo diamantes que no son más que circonita. De vez en cuanto camuflo dudas, corto el viento, hundo tu flota. Pones tu mano sobre la mía y tu contacto es como el chirriar de una puerta, sonoro, como una sinfonía producida por una orquesta desafinada. En realidad tu voz violeta y dorada no me resuelve mis problemas, pero no importa. Habla todo lo que quieras. Habla todo lo que quieras mientras observamos esos estridentes nubarrones formarse encima de nuestras cabezas. Un rugido, miles de gotas de lluvia demasiado incautas, no sé si por la inexperiencia o por la ingratitud, se estrellan por voluntad propia contra un asfalto excesivamente neutral. Corremos, nos paramos, el agridulce cansancio de nuestra carrera nos produce alucinaciones. Saltamos por los aires. La onda expansiva de nuestras emociones golpea el serrín y el verde barritar de los elefantes. Jadeando vuelvo a casa. No sea que la agria nostalgia me encuentre levantado a altas horas de la madrugada. Subo por la escalera, a cada escalón una historia nueva. A cada paso un año distinto a las espaldas.

Enciendo el gas, y pongo a calentar té. El agua caliente desprende un ruidoso humo. Un humo que forma figuras extrañas y familiares a la vez. Unas figuras que desaparecen sin preguntar. Que se desfiguran al intentar atraparlas entre mis manos. Que huyen a toda velocidad como todos huiríamos si dos manos gigantes nos intentarán atrapar. Como huiríamos tú y yo, si ya no tuviéramos ganas de huir. El té está listo, al contrario que yo. Cada sorbo es rugoso y denso. Como el sabor a chicle y a maíz de los buenos días a destiempo. Se acaba el té, empieza la noche. Me convierto en búho, en tinta, en una negra bruma cansada de jugar, de esperar a la espuma, de esperar por esperar. La ciudad suave y dulce al mismo tiempo, palpita corazones y otros engaños, transpira calma y estrés, agujas de tejer y tinte para el pelo, animales de compañía y vodka con limón. Demasiado misteriosa es la ciudad como para pararme a charlar con ella, demasiado carácter tienes tú como para contradecirte. No te digo que no ni cuando niego, ni cuando camino con las manos, ni cuando pienso con la garganta. No me creas, tal vez el olor afrutado y venenoso, turbio y reactivo de mi duermevela me impida hablar claro. Claro que no siempre sirve limpiar con Don Limpio las palabras, tampoco ensuciarlas con polvo y pelusas. La ciudad, tú y yo. El viento, los pájaros y perdigones que carecen de criterio. Minutos, años y cenizas. Gritos rojos, sabrosas sombras y oscuras voces.

Vuelve otro día que hoy no puedo con mi voz. No me responde el contestador automático. No me mira aquel ojo de cristal. El busca no me encuentra, Si no te he aclarado las cálidas dudas, tengo hojas de reclamaciones. Si no se te atraganta la respiración, ni tu tráquea tiene arritmia, vuelve el próximo día. Tal vez encuentre la solución perfecta o tal vez no. No lo sé.

martes, 17 de noviembre de 2009

Las sinestesias


Asociar sensaciones perceptibles por dos sentidos al tiempo: ruido con brisa, salado con suave, caliente con luminoso, azul con balada...
Hacerse preguntas de este tipo,
  • ¿A qué sabe el olor de un perfume?
  • ¿Cómo es al tacto el griterío del patio de un colegio?
  • El olor de un beso es...
  • ¿Era áspera tu canción?
y, a continuación, ponerse a escribir. Nada más fácil, ¿verdad?

Conversaciones de ascensor

–Hola.
–Hola.

Silencio.

– ¿Qué calor, eh?

–Ya ves…

Dos meses. Sesenta y dos días. Mil cuatrocientas ochenta y ocho horas. Ochenta y nueve mil doscientos ochenta minutos. Una eternidad. Nunca se le habían hecho tan largas las vacaciones.
Ahora ha vuelto. Siempre tan tímido… Aunque quién es ella para hablar de timidez, piensa.
Cinco, seis, siete pisos… El suyo. Él sonríe y recoge la pequeña maleta del suelo del ascensor.
–Te he echado de menos…

Sale sin despedirse. Pumpum. Pumpum. Su corazón ha enloquecido.

Le echaría la culpa al calor, pero demasiado bien sabe que los treinta y cuatro grados de fuera no tienen la culpa de que haya contado incluso los minutos que ha tardado volver. Que el sol abrasador no es el causante de esa maldita añoranza que la ha corroído cada noche de este verano interminable.

Mientras las puertas del ascensor se abren en su piso, piensa que algún día debería darse una vuelta por el séptimo. “Yo también te he echado de menos”, para empezar. Una sonrisa, y un “Te quiero”. No necesitaría más.

Pero no va a hacerlo. Es demasiado tímida. Y cobarde.

Siempre bajará en el noveno.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Viaja y vuelve.

No busques ni entre la tierra ni entre los escarabajos. No vas a encontrar nada. Ni sonrisas ni palabras, ni nombres olvidados. Regresa a tu refugio y construye alguna maquina que te avise, que te arrastre al fango. Déjate de bromas y piensa, pon la mente en blanco o en negro o como prefieras. Piensa en el sabor de la sopa, en el mecanismo de un reloj, en como las estrellas no caen contra la Tierra, en nada importante. Descansa, mata el tiempo y al estrés. De vez en cuando viene bien cerrar los ojos para no echar la vista atrás. Y te darás cuenta que es necesario expandir horizontes. Cruzar la frontera de la ficción y la realidad. Resulta agradable salir de la ciudad y viajar con el viento, con las plumas de palomas a otros lugares. A aquellos sitios donde nadie te conoce pero que de algún modo al pisar su suelo ya te conviertes en parte de allí, en uno más durante tu breve estancia. Conoces y olvidas, ves, hueles, paladeas y tocas los muros antiguos de las madrigueras azules, los viejos cañones de madera oscura que defendían las tartas. Cruza las cañerías y las arterias que organizan el lugar. Atraviesa puentes que salvan canales de aceite y licor. Salta barrancos llenos de palacios y torreones color rubí. Conduce tu carroza entre bosques y lagos perdidos, entre cumbres nevadas y desiertos sedientos. Solo eres un extraño visitante. Un ser desconocido. Un espectador que ve una película de ensueño, que solo puede fijar la vista en la pantalla porque no tiene palomitas ni buena compañía.

Sabrás cuando es hora de regresar cuando el ruido del motor suene áspero, cuando el asfalto se queje al avanzar sobre él. Regresar. Regresar es la otra parte esencial del viaje. Algún día hay que volver, cuidado no cualquiera. Todo tiene su momento. Y cuando se produce ese retorno ahí está tu vida, intacta, tal cual la dejaste, como la canción que solo se pausa, con todos sus proyectos a medio realizar. De nuevo saltar de tejado en tejado, respirar gases grises escupidos por los coches, navegar entre los mares de gente cuando sube la marea en hora punta. Vuelve a tu caverna a regar a tus caracoles y alimentar a tus cactus. Quítale el polvo al terciopelo de las bombillas. Quema las cortinas. Abraza a la rutina. Saluda a los buenos días todas las tardes. Piensa tu estrategia, hunde barcos, ríete despacio, casi a cámara lenta con tus cómplices de locuras. Dibuja corazones en los nudos de su pelo. Da pasos de gigante y bébete la pócima que te hace ser quién eres. Vuela alto hasta su balcón y flotando háblala de tu viaje, de tu retorno, de tu instinto.

Sí, volver es una parte esencial del viaje. Hay veces que solo deseamos viajar, y otras veces deseamos volver más que nada. Ir y venir. Es como todo, mejor si lo aceptas.

Flash Forward: Vecindario

Yo solo veía oscuridad. Todo se habia difuminado lentamente hasta que no se pudo distinguir nada. En un segundo después me encontraba en la calle. En la otra acera estaba ella. Con la mirada perdida, como tantas otras veces la había observado desde la distancia. Sus inexpresivos ojos oscuros. Su pelo negro ondeando al viento. No lo pude resistir. Eché a correr hacia ella. Estando en mitad del paso de cebra me paré y mire a la derecha. una luz me cegó y me intenté proteger con las manos. La negrura me envolvió. Cuando desperté, seguía en mi habitación, escuchando música. ¿Me había dormido? Quizás ... era muy tarde. Pero seguía intranquilo. Necesitaba verla. Solamente un instante. Me asome a la ventana y miré las del piso de enfrente. 1º, 2º, 3º ... 4º piso izquierda. Allí estaba, estudiando mientras torpemente intentaba hacerse un moño. No habíamos cruzado una palabra y ya la consideraba perfecta. Cuando volvía siempre observaba lo que hacía. A veces se apoyaba en el alfeizar y hablaba por teléfono, o leía un libro. Otras estudiaba o comía algo mientras escuchaba música. Me encantaba oirla cantar. Su voz dulce llenaba de vida la monótona y triste urbanización. Lo malo era que yo la conocía, pero ella a mí no. Cuando nos cruzabamos deciamos el típico "hola" y "adios". Ni una sola palabra más. Sin embargo, yo era incapaz de olvidarla.
Unos 2 meses despues de mi extraño sueño, ella dejó de aparecer en su ventana. Sus luces no se volvieron a encender. A la semana de este inusual suceso, un cartel de "Se Vende" adornaba el alfeizar de su ventana. Me rompió el corazón. Durante el mes siguiente seguí observando de manera que rozaba la obsesión por si aparecía de nuevo. Un esfuerzo inutil, ya que no volvería nunca más.
Pasaron los meses y no conseguía olvidarla. Su sonrisa. Su mirada. Era mi cruz particular, ya que se había ido con algo más que el equipaje. Y lo peor era que en todos los años que habíamos vivido como vecinos no me había atrevido a hablarla.
Sin embargo, un día mientras caminaba por la calle la ví. Con la mirada perdida, como tantas otras veces que la había observado desde la distancia. Sus inexpresivos ojos oscuros. Su pelo negro ondeando al viento. No lo pude resistir. Eché a correr hacia ella. En mitad del paso de cebra recordé mi sueño. Me paré. Miré hacia la derecha. La luz me cegó. Pero esta vez no me protegí.

jueves, 12 de noviembre de 2009

por él, cuando aún debía lamentarme

Bueno, os dejo esta poesía para seguir conectada virtualmente con el taller, aunque espero ir el Miércoles que viene ;)

Cerrados los ojos
Empieza a nacer
Abiertos los tengo
Sin saber
Que no son parpados de carne
Son sombras del ser
Oscuro, roto hoy como lo estuvo ayer

Tormentosos son los sueños
Que se ven en la noche cerrada
Cerrada de mis ojos
Clausurada la realidad en ese reposo

Odioso el tiempo, odioso
Ayer no pensaba
Como pienso hoy
Que te dejaba
Que bajaba los parpados y te decía adiós

Marchita mi esperanza
Marchíteseme el alma
Se me duerme el corazón
Oscuro, en la noche de mis pupilas sin luz
Miradas opacas, ciegos de golpes
Contra los muros, contra sus caras
Hasta sangrar de tinta sus señales

Madurar se dice de crecer
Cuando no es más que hacerse cicatrices
Me susurran los rotos de sangre sobre mis brazos
Y sin ojos
Ando sin rumbo hasta que amanezca
Si es que el cielo se abrirá

martes, 10 de noviembre de 2009

El primer poema del curso (en el Taller)


Aunque no os guste a casi ninguno, este miércoles nos vamos a emplear a fondo con la poesía.

Tarea:

Escribir un poema que responda a uno de los siguientes títulos:

¡Oh! / Pie / Final / Postre / Susurro / Compañía /Tecla

(Se puede añadir alguna palabra que complete a la elegida)

lunes, 9 de noviembre de 2009

...

Subo uno de los primeros relatos que escribí, a ver que os parece^^.
No se como calificar esa sensación, produce más miedo que el monstruo de debajo de mi cama, más que el eco de mis pasos cuando camino solo, es peor que el insomnio sin buena compañía, más terrorífico que la risa malvada del tic-tac del reloj que te avisa de cómo la vida se nos escapa de entre los dedos. ¡Dios! verte causa más impacto que una bala de cañón, es como un torrente de sentimientos demasiado intensos, como la visión de la libertad a pocos centímetros. Los ojos de una Gorgona que te atrapan, como una tela de araña de hierro candente, te hacen comprenderla, pero pestañea y te sumerge en una inmensa confusión, una confusión que duele, que quema, que no te deja gritar ni luchar. Puede que no haya aguantado suficiente y me haya vuelto loco, porque te veo a ti y alrededor… oscuridad. Más allá de ti solo hay sombras, millones de figuras fantasmagóricas que nos observan en silencio, conocedores de la batalla que está a punto de comenzar, como si supieran que se avecinara un combate entre titanes, un ultimo vendaval. Y esos espejismos endebles, demasiado débiles para dejar de ser inmateriales tienen razón. Un estallido de luz surca mi mente, y un grito desgarrador resuena ¡RESISTETE ESTÚPIDO! Te miro, me miras, enseño los dientes, estoy atento, giramos en círculos, esperando que se produzca ese ataque, parece que ninguno de los dos nos decidimos, nos volvemos a mirar, se oyen truenos, nos iluminan los rayos, nos moja la lluvia, ¿y que importa? Estamos luchando por sobrevivir un día más. Parece que la energía que despedimos va a hacer reventar la tierra, y el huracán de nuestros pensamientos va a congelar el sol y cegar a las estrellas, estamos solos entre millones de espíritus que nos observan impacientes. Las raíces que salen de tus ojos intentan estrangular a las raíces que salen de los míos, tus miedos intenta clavar un cuchillo en el corazón de mis miedos, tus secretos intentan seducir a los míos, tus mentiras intentan violar a mis mentiras. Nunca he visto a dos tornados juntarse, intentar destruirse, pero la violencia con que nuestras miradas toman contacto para destruirse mutuamente, debe de ser lo más parecido. Tu cabello se mueve hacia diferentes lados, como olas de mar a punto de romper contra costas de mármol. Pero de repente el viento deja de soplar, mis miedos más sorprendentes, mis secretos más oscuros y mis mentiras más numerosas, han rechazado tu ataque, tu pálida de ira, te desquebrajaste, partiéndote en pequeños trozos de cristal.
Vencí, pero ahora había algo peor que enfrentarme a ti. Las nubes oscuras de tormenta de la soledad que se acercaban, las miles de flechas que me herían para recordarme que mi alma todavía seguía dentro de mi cuerpo. Miraba alrededor y me entraban ganas de escavar y esconderme en el primer resquicio de cualquier puerta. Las notas de música mareadas chocaban contra las montañas, causando avalanchas, los volcanes lloraban lava, y sus lágrimas de diamante se tragaban a los bosques, los terremotos hacían temblar la tierra, los animales se lanzaban al vacío. Parece que la rabia de la lucha entre ella y yo había invadido todo, la metástasis de nuestra locura se había extendido hasta el cielo, que se rompía en pedazos sobre mi. ¿Ahora qué se supone que tengo que hacer? Parece que todo es irreal incluso el color ámbar de los únicos trozos de cielo que quedan. Se suceden explosiones nucleares en los desiertos, y los pájaros me echan la culpa de todo, dicen que la destrucción que inunda mi sangre les ha sumergido en el caos.
Me paro a pensar un momento, los pájaros deben de haberse vuelto locos, ¿es que acaso ella no tiene la culpa? Su saliva guardaba tanta destrucción como yo en mi sangre, yo solo me he defendido, ¿de qué me tengo que sentir culpable? Si todo va a acabar me voy tranquilo, muy pocos abrían resistido el fuego de su mirada, el hielo de sus labios, el deseo de sus manos, y seguirían vivos para contarlo. ¿Tendría que haber muerto yo? ¿Habría importado algo? Seguramente todo sería igual.
Avanzo con la elegancia de una pantera, entre las llamaradas de ideas que impactan contra todo. Es extraño te siento cerca, pero se que es imposible, acaso que Caronte como acostumbra no me haya hecho el favor de llevarte en su Rolls Royce al otro lado, me giro, y me sorprendo, y no me refiero a que no estés tú, eso lo esperaba, lo que me sorprendió fue que todo se estaba rehaciendo, todo volvía a su cauce por terrible que me parezca, los coches dejaban de volcar, las aceras se estiraban de nuevo, las farolas no me odiaban, los bosques brotaban otra vez y los volcanes se tragaban sus lágrimas. Todo, volvía a como estaba antes, como si hubiera dado al botón de rebobinar en una película. Todo volvía a como estaba antes, pero tú, ¿Dónde estás tú? ¿Acaso te escondes? ¿No has vuelto a la vida? Dime que si, bríndame la posibilidad de enfermarme a ti otra vez y poder perder.
Pero no, tu nunca has tenido piedad, como los enemigos del colegio, como aquella primera vez en la que te das cuenta que la vida no esta creada a partir de una masa de alegría que también tiene tristeza, y odio, y sangre, que no todo es igual para todos, no tienes piedad como las cuestas arriba, como la vejez, como el cristal demasiado frágil, como cada vez que nos rompen el corazón, solo albergas hielo, eres la psicópata perfecta, haces más daño que el Alzheimer y nunca tienes bastante, pero sin embargo no vuelves a la vida.
Siempre había estado solo, pero nunca había sufrido esta soledad asfixiante, ¿que se supone que tengo que hacer?, no se a donde ir, las buenas ideas han desaparecido de mi mente, parece ser que no eran buenos compañeros de piso, y la razón se fue, sin despedirse, como una amante casada, casi mejor, no soy buen amigo de las despedidas, ¿lo ves? Cada día que pasa estoy más solo, se que si mi corazón no tuviera un muro de costillas rodeándole se habría marchado hace tiempo, y si no fuera tan vago, las ganas de vivir ya me habrían mandado varias postales desde Moscú. ¿Cómo eres tan cruel que tu espíritu no cobra vida, por seguir viéndome sufrir? Todo hay que decirlo si hubiera sido al revés, si tú hubieras salido triunfante, yo habría hecho lo mismo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

FLASHFORWARD "el golpe"

Cuando su cuerpo cayó desplomado sobre el suelo, la visión ya había comenzado, lo hizo en el momento justo en el que la primera imagen turbó su vista y el túnel apareció. Ella iba en el metro, se palpó el abrigo y notó el contorno de la pistola, la luz parpadeaba mientras su cuerpo se contorsionaba entre otros tantos, era tarde y aún así el vagón iba lleno. El aire estaba enrarecido y le costaba respirar, tenía ganas de correr, su mente desprendía más calor que la fruición de las vías, era como metal contra metal.

Llevaba el pelo suelto, con la melena corta y negra enmarcando su rostro afilado, los labios de un pálido color carne no destacaban, a pesar de su trémula sonrisa. Alicaída dejó su reflejo flotar en la puerta de plástico sin que sus ojos siguieran observándolo y movió sus pies, embutidos en unas botas de piel roja. Estaba demasiado inquieta, insegura, hervía en preguntas cuya respuesta nunca obtendría. Le odiaba.

El tren se detuvo y las puertas mecánicas se abrieron sin un solo chirrido. La masa la empujó y ella supo deslizarse con elegancia, subió la escalera y esquivó como un animal de presa cada cuerpo que se interponía delante de sí. Y entonces algo la golpeó, un chico joven se tropezó y sus hombros se chocaron. Fue un golpe seco y fuerte, parecía ir con prisa y sin embargo en cuanto la vio, sus ojos verdes se la quedaron mirando. Ella no sabía quién era él, pero aquel chico levantó su mano y la acercó hasta sus mejillas, acarició sus pómulos y frunciendo el ceño en un gesto de extrema tristeza le dijo “deberías hacerlo ahora” y bajó su mano hasta el bolsillo de su abrigo, sacó la pistola y se la puso en las manos, apuntándose así mismo. Ella vio el fondo de su vida en aquellos ojos y entonces despertó.

Su amiga la ayudó a levantarse del suelo y se sentó. Tenía ante sí toda la bahía, con el mar tan extenso como el cielo, nadando en ese tono turquesa que hacía unos segundos había visto en aquellos ojos ajenos. Se palpó el abrigo pero no había rastro de ningún arma. Su amiga la miró tan sorprendida como debía de hacerlo ella misma y preguntó “¿qué has visto?”

Ella cerró los ojos, pero él ya no estaba allí… aún.

Sonrisas

Intenté arrancarte una sonrisa hablando contigo, pero acabamos peleando, enfadados. Somos tan diferentes...

Intenté arrancarte una sonrisa discutiendo contigo, porque decían que tu buen humor de hacía sonreír cuando te llevaban la contraria. Fracasé; no supe decirte que no.

Intente arrancarte una sonrisa llevándote a ver una comedia romántica: todo el mundo se ríe con esas películas. Te dormiste.

Intenté arrancarte una sonrisa hablándote de SawIII: decían las malas lenguas que la sangre y las vísceras sin sentido te hacían mucha gracia. Pero no me escuchaste.

Intenté contarte un chiste, llevarte al circo, hacerte cosquillas, contarte un cuento, decir tonterías... Y tú no sonreías.

Hoy me he rendido y, cansada de luchar, te he sonreído. Tú me has sonreído de vuelta.
ACUÉRDATE
Demasiada escarcha en mi ropa, demasiado polvo en mis zapatos. Mis ojos ya no brillan tanto, mi sombra no me sigue a todas partes. No necesito consejos prematrimoniales ni terapia de grupo. No necesito llevar mi alma encima, ni pensar en ti todo el tiempo. No necesito el antídoto, ni una piruleta después de la vacuna aunque no me amargue un dulce. Puedo andar durante horas y no cansarme, puedo navegar sin que el agua me llegue a los tobillos. Puedo mezclarme entre los colores de mi propia paleta. Puede sentir latir el corazón de los arboles. Puedo dejar el alcohol y el tabaco cuando quiera. Si soy perfecto o no, es algo que no viene al caso. Si tú existes tampoco.

Las voces de dentro de mi cabeza ya no me cuentan cuentos a la hora de dormir. Ni me dan consejos de moda con acento francés. Envejezco y rejuvenezco a voluntad. He vivido cien años y aún quiero más. Cuando hay luna llena maulló y si me tiran un hueso tal vez eche a volar. No me busques las cosquillas porque en mis costados ya no existen ciudades. Tal vez a la hora del té esté dormido. Tal vez mañana no me encuentres acostado a tu lado. Puede que al amanecer me entren ganas de llorar y con los eclipses no pueda parar de reír. Respiro oxigeno y humo de tubos de escape a partes iguales. Siempre me acompaña una puerta a todas partes donde pone en letras rojas salida. Si me llamas comunico. Si me gritas desaparezco. Di tres veces mi nombre y te odiaré. Mándame un beso y no necesitaré más. Me he rehecho miles de veces con productos reciclados. Roma arde en un día y hoy no estoy para bromas. Mi cuchilla de afeitar tiene vértigo y yo me mareo en los aviones. Mi corazón es como una piedra pómez que palpita. Me desmorono cuando me destierran. Suspiro de alivio cuando cae la noche. Viajo de partitura en partitura sin dudarlo. Hablo en colores y olfateo el silencio. Lo siento por pasarte mis facturas, por beberme tu whisky. Siento no ser capaz de sentirlo de verdad. Pero lo siento de todos modos. No me culpes por ser infiel. Déjate de rodeos e invítame a un trago. Escríbeme tu número de teléfono en la mano. Grabemos tu nombre y el mío a fuego en nuestras miradas. Volemos en escobas y convirtámonos en calderos. Gotea conmigo por el suelo. El musgo señala una dirección que no recuerdo cual es, así siempre acabo en un lugar distinto. Llevo siete años con hipo, a todas luces me he ido sin pagar. Si te digo todo esto no es para que me conozcas mejor. Es para que me recuerdes. Ni yo soy tu padre ni soy lo que el viento se llevo. Pero aquí si hay sonrisas y lágrimas. Y si me hablas en inglés tal vez me defienda a capa y espada. Lo que no mata engorda y yo soy adicto al peligro. Tu blusa es de metal y yo soy fuego. Déjame, hoy me he vuelto nostálgico al ver morir a aquellas dos palomas. No pienso con claridad hay demasiado humo blanco en este local. Me confundo con el ambiente, me mimetizo con la moqueta. Puede que mañana nos volvamos a ver, puede que sea la última vez que te diga dos palabras.

Ya sé que no han sido dos palabras, han sido muchas más, no importa, solo era una expresión. Ya sabes lo que quiero decir. Fluyo como todo lo que fluye, por eso no puedo estar siempre en el mismo sitio. Y este lugar ya me parece demasiado seco. Me despido. Mil perdones. Que nada de lo que he dicho tiene sentido me dices. Tal vez tengas razón. Nunca he dicho que no esté loco. Nunca he dicho que hoy sea diferente. Nunca cambiare ni viajaré al país de Nunca Jamás. Me comí a Campanilla por equivocación. Bueno lo dicho, acuérdate de mí. Acuérdate de ese viejo loco que nunca supo como conquistarte. Acuérdate de ese joven que te regalo tantos malos recuerdos. Te devuelvo tus vinilos y tus fotografías en blanco y negro. Te devuelvo las cosas que un día me diste. Pero me quedo con la marca de tu carmín en una lista de la compra que me diste una vez. Hasta luego desconocida. Recuérdame siempre.

En su sofá de cuero verde

Todo va mal: la contaminación ha cubierto de mierda nuestro planeta, la pobreza y el hambre son algo común en cualquier rincón de tres cuartas partes de la tierra y los niños ya no pueden correr tranquilos por las calles de su ciudad, por temor a que un francotirador les arranque las manos de un balazo al intentar coger su pelota; o a que al jugar al escondite sean encontrados por el ¡BOOM! de una mina.
Algunos dicen que la culpa de todo es de los hombres, otros que de las mujeres, otros que de los negros, los gays y las prostitutas, indecentes ellas y blasfemos todos, incumpliendo los deberes de un buen católico.
Pero la culpa de todo queridos señores, señoras, negros, homosexuales y putas...La tiene Dios.
Dios está harto, hasta los mismísimos, de que liemos el asunto. Así que Dios nos ha abandonado, ha pasado de nuestras jetas de Homo sapiens sapiens, se ha tumbado en su sofá de cuero verde y desgastado y hacinándose en el salón con una eterna y perenne caja de cervezas se ha propuesto ver todas las películas de James Bond y Arma letal seguidas; con tan solo una pequeña interrupción cada siete películas para miccionar.

-¿Qué opina de todo este asunto señor Dios?
-¡Quita de en medio, coño!¡Que me tapas la tele!

martes, 3 de noviembre de 2009

Flashforward

Mañana miércoles, nos vamos a inspirar en la nueva serie de Cuatro que supongo que conoceréis. Tomo el resumen de la página web de la cadena de TV:
La historia comienza cuando un incomprensible incidente provoca que los siete mil millones de personas que habitan la Tierra se desmayen a la vez durante dos minutos y diecisiete segundos. En este tiempo cada individuo verá pequeños flashes de lo que sucederá en sus vidas seis meses más tarde. Nadie sabe qué ha pasado, pero sin duda están ante la mayor y más inesperada catástrofe mundial.
Todo el mundo se pregunta qué significan esas extrañas visiones. Algunos sienten miedo por lo que han visto; otros, están deseando que se cumpla. Y tú, ¿qué harías si lo que vieras en tu futuro no te gustara? ¿Tratarías de cambiarlo? ¿Crees que se puede alterar el destino? Piensa y empieza a escribir en el presente, desde el futuro dentro de seis meses o en otro momento, el caso es que aparezca tu flashforward.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Final

El mundo terminaba, me dijo, la lluvia que caía borraba el color de las paredes y el aire se hacía gris, porque la vida expiraba. Mientras las gotas borraban sus propias facciones, me cogió de la mano, me miró y susurró “todo se va, ¿qué quieres ver por última vez?” y cerré los ojos, palpando su cara con los dedos. El agua comenzó a llegarnos a las rodillas y mis párpados se abrieron goteando, nerviosa dije “quiero verte a ti” y cuando el mundo estalló en un último aullido y me besó, le pregunté si ya habíamos muerto.

“Sólo estamos soñando”, me dijo, y me cerró los ojos con sus manos.