-No me de las gracias. En realidad, nada de esto ha sido obra mía, sino de los misteriosos designios del destino o, si lo prefieren sus lectores más pragmáticos, del curso encadenado de acontecimientos aleatorios ajenos a mi voluntad que me han traído hasta aquí. Podríamos incluso definirlo como la mano de Dios actuando en la Tierra, pero en ningún caso ha dependido de mi voluntad mi presencia o no presencia hoy aquí.
-Eh... Gracias de todas maneras. Bien, el objetivo de esta entrevista en profundidad es conocer un poco mejor a la autora del fascinante libro "El ser o no ser de la posibilidad de estar de la muchedad de los estadios" o, como lo llamaremos a partir de ahora, "La muchedad".
-Disculpa que te interrumpa, Mike. He de decir que, dada la brevedad del tiempo de que disponemos, esta entrevista no podrá ser profunda, y servirá tan sólo para acercarse mínimamente a mi persona. También me gustaría aclarar que "La muchedad" no es ni mucho menos exacto. Si hubiese deseado ese título para mi libro, lo habría sido desde un comienzo. Pero continúa, por favor.
-Vale... Bueno, la primera pregunta es obligada: ¿Qué te impulsó a escribir este libro?
-A pesar de que impulsar no es el verbo más correcto, he de decir que esta idea no nació de mí misma, sino que, de alguna manera, me poseyó. Un día nada existía, y al siguiente... se hizo la luz. Es de mi opinión que las historias eligen al autor, y no viceversa. Existen, en algún plano separado de nuestra terrenal materialidad, y escogen a la persona que debe contarlas. Por eso, escritores que me lean, tengo algo que decirles: no dejen de contar las historias que les elijan. No las dejen huérfanas de palabras; hagan caso a su intuición y déjense poseer por la inspiración.
-Conmovedor... Y pasando a un plano más personal, ¿eres feliz con lo que haces?
-Absolutamente. Date cuenta, Mike, de que la gente puede confundir la alegría con la felicidad. Yo puedo parecer una persona pesimista, cínica, amargada, que no gusta de mostrar su estado de ánimo como el resto de la gente. Pero en el fondo, en el núcleo más básico de mi persona... soy profundamente feliz, Mike.
-Y aunque parece algo fuera de lugar tras semejante respuesta... ¿Qué echas en falta en tu vida actual?
-Ay, por echar, pueden ser tantas cosas... Unos centímetros más de altura, unos menos de cadera, una operación correctora de la miopía que me tortura desde hace años, más espacio para libros, poder viajar... Pero en lo esencial, lo verdaderamentete importante... No falta nada.
-Entonces, si volvieras a nacer... ¿serías la misma persona?
-¿Si volviese a nacer, ahora mismo? Por supuesto que no. La diferencia de edad con mis familiares, los amigos que me han acompañado, la edad que tenía al afrontar los acontecimientos que me han asaltado... Han hecho lo que soy. Si cambiase un sólo ápice de mi historia, dejaría de ser quien soy. Pero si me estás preguntando si elegiría volver a ser yo... Sí. Por supuesto.
- ¿Te gustaría haber nacido hombre?
-No me malinterpretes, Mike, no tengo nada en contra de los hombres; de hecho, pienso que, en su mayoría, son un género maravilloso, repleto de bellísimas personas y con grandes cosas que aportar al mundo, pero..No gracias. De hecho, en estos momentos me viene francamente bien ser mujer. Claro que si hubiese nacido hombre, las razones por las que me agrada tanto pertenecer al género femenino no serían válidas... Pero no, el caso es que a mi yo actual no le habría gustado nada ser un hombre.
-Bueno, y ¿en qué personaje famoso te habría gustado reencarnarte?
-Si me reencarnase, sería en un ser no nacido, que no tendría que ser necesariamente un futuro famoso, tal vez ni siquiera un ser humano, Mike, por lo que me es totalmente imposible contestar a esa pregunta. No me encuentro capaz de decidir qué no nacido será famoso en un futuro y, para ser sincero, tampoco de aceptar la idea de reencarnación.
-De acuerdo... ejem... Dejaré de intentar convertirte en otra persona. Je. Je. Estoo.. ¿De qué aspectos tuyos estás más satisfecha?
-Podría decir que no me desagrada el color de mis ojos pero, dado que nada en mi físico es mérito mío, sino de los excelentes genes que mis padres me han transmitido, me inclinaré a favor de no morderme las uñas. Puede parecer algo muy nimio en comparación con mis muchas virtudes, pero para mí ha sido una encarnizada lucha que ha durado años y que, finalmente, ha culminado en un colosal triunfo de la mente contra la materia.
-Ya... ¿Y de cuáles estás menos satisfecha?
Déjamememe pensar... A ver... Un momento... Espera, espera sólo un momentito... Lo siento, es que no se me ocurre nada.
-¿Tú tienes abuela, bonita?
-No.
-Y con esta reveladora respuesta concluímos la entrevista.