jueves, 22 de noviembre de 2012

Simbolismo: Un dia de la semana

La escalera de mi casa estaba recubierta de algo parecido a arena o serrín por lo que no me queda más remedio que subir a la copa del árbol trepando por las ramas. Cuando llegue a mi hogar me di cuenta que llevaba mucho rato sin escuchar el sonido de los mineros golpeando la piedra con sus picos, añoraba ese sonido por lo que bajé la persiana y mire por la ventana buscando algo en la rama de un árbol que no encontraría. Lo que si vi en mi viaje astral fue una niña llevando ella sola un tándem, algo en su cara me llamó tanto la atención que me puse a retratar su rostro en la pizarra. El vacío inundo mi cabeza, no era capaz de verla ni por un instante, en la pizarra solo garabatee runas aleatorias. Las velas se encendieron como por arte de magia, puse una en cada punta de la estrella y me senté en el centro. Esperé a que la mano gigantesca apareciera, pero en lugar de salir este monstruo del armario llegó a mis oídos un sonajero de monedas. Me levanté y me acerqué al pasillo, el sonido aumentó, comencé a recorrer el pasillo. Cuando me encontré a un hombre trajeado, me parece que alguien me preguntó si aquel hombre iba elegante lo cual me desconcertó. El hombre con su maletín pasaron a mi lado con un tintineo de monedas. Me giré y cuál fue mi asombro al ver que se le caían billetes al andar, lo cual me hizo reír. Traté de seguirle pero se derramo una copa de champagne sobre mi cabeza, me sentí borracho y mareado de alguna música repetida. Un perro se acercó a mí y me lamió las botas. - Hola perrito ¿Qué tal estás? - Pues no muy bien, estoy teniendo problemas con mi mujer y creo que la voy a dejar. - Que pena ¿Y qué problemas tienes? -Creo que me pone los cuernos, así que me voy a liar con esa gata que lleva toda la noche poniéndome ojitos. -¿Pero tú no quieres a tu novia? -Sí, mucho, es ella la que no me quiere. -Ten cuidado y no te ahogues en la bebida. -Ya, como ahora hacen esas jarras de cerveza tan profundas hay que andarse con ojo. Bueno, me lo voy a montar con esa chica, encantado de verte. -¡Adiós! Le vi acercarse a la barra y pedir otro chupito. Yo salí de aquella calle y me olvidé de mi amigo. Las luces aún estaban puestas por lo que subí hasta la plaza. Quise rodar pero me choqué con las paredes por lo que me di cuenta de que era muy tarde. Salté de aquel árbol que ya no tenía lianas y me escapé de casa. Duermo, y dejo pasar el día. Amanece una nueva noche. Después de comer decido que quiero llegar al Sol, sé que es una tarea larga, que tendré que viajar mucho, pero estoy decidido. Bajo al puerto y busco un barco que me pueda acercar al fuego, la mayoría están embrujados, pero hay uno de color plateado que está dispuesto a llevarme. El capitán Gangplanck se limpia el escorbuto y pone rumbo en seguida. Durante el viaje pienso y reflexiono, debo peregrinar como un asceta grandes distancias, debo concentrarme y olvidarlo todo. Entonces entiendo porque los monjes se cortan el pelo. Mientras medito estas cosas el barco se mece entre nubes de espuma. Cuando me parece estar a punto de llegar el capitán nos detiene. -A partir de aquí deberás continuar a pie. Estaba claro que me iban a dejar tirado. Tras andar un rato encuentro la escalera, limpia e impoluta. Subo a mi casa.

1 comentario:

Pura dijo...

Dios...! Surrealismo puro.
Enhorabuena, Ulises