miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sinestesias y otras palabras.

La primera vez que oí la palabra sinestesia fue en una clase, pero no de lengua. Fue en mi primera clase de dibujo técnico, cuando la profesora, nada más entrar en el aula, se golpeó el pecho y, señalándonos, dijo:

-Os quiero, chicos.

Aquello ya anunciaba sus futuras y grandiosas idas de olla pero, por si fuera poco, al terminar de pasar lista, comentó:

-Ah, por cierto, a mí me pasa una cosa muy curiosa... Cometo sinestesias -y, ante nuestra cara de extrañeza, aclaró-. Sí, mira, por ejemplo a ti, Ana, te asocio con el azul; y a ti, Sergio, con el sabor a nuez moscada...

Desde entonces sé que estoy haciendo una sinestesia cuando pienso que esta caricia tiene el sabor amargo de una Novena Sinfonía desafinada; o cuando recuerdo el tacto ligero de tu voz sobre mis hombros desnudos en aquel primer te quiero; o al evocar el olor a lluvia de tus besos.

No es que sea extremadamente poética, ni que quiera realzar tus innumerables virtudes con palabras especiales; es que recluirte a un solo sentido sería como encarcelar al viento. Por eso no puedo decir que tu risa es estruendosa, cuando huele a hierba mojada, ni podría hablar de tus manos frías sin mencionar que están tocando una sonata en los trastes de mis dedos.

Si tuviera que explicar cómo hablas, diría que pintas tu aliento de colores impresionistas y, para aproximarme mínimamente a lo que sentí la única vez que te he visto llorar, debería usar palabras como cristales rotos o, quizás, describir los trazos desoladores de Munch.

Tengo práctica en describirte; lo he hecho muchas veces desde que entraste en mi vida, para que la gente entendiese, sin saber tu nombre, lo especial que eras. Desde el primer momento, te protegí como a un tesoro. No te presenté a nadie, no te hablé de nadie, no le dije a nadie quién eras. Quise creer que en el mundo estábamos tú y yo, y el resto de la gente.

Por eso ahora que te vas, que me voy, que nos vamos -pero en direcciones opuestas-, tu mirada no suena a sinfonía de orquesta, sino a sencilla melodía de guitarra. Porque igual que me conquistaste a ciegas y te quise a escondidas, me rompes el corazón sin que nadie lo sepa.

5 comentarios:

Fiora dijo...

Bravo.

C.S dijo...

Me encanta muxo Bea, es especial y precioso. hay una de las frase q me recuerda a "you and me" de lifehouse, una cancion preciosa, como tus palabras, en torrente!

Kalero dijo...

"No es que sea extremadamente poética, ni que quiera realzar tus innumerables virtudes con palabras especiales; es que recluirte a un solo sentido sería como encarcelar al viento."

Es genial ^^

(Reverencia) me encantas Bea ^^

Pura dijo...

Encarcelar al viento hubiera sido no dar a conocer tu escrito. Cada día mejor, Bea. Enhorabuena.

Daniel Rosselló Rubio dijo...

"ni podría hablar de tus manos frías sin mencionar que están tocando una sonata en los trastes de mis dedos".


InCREIBLE

lo has vuelto a conseguir velayos