jueves, 28 de abril de 2011

La bolsa de las cabezas rotas (I)

La apresaron un día como otro cualquiera, mientras el Sol permanecía ausente de lo ocurrido en el centro de su sistema. Los pájaros no enmudecieron ni un solo minuto por su libertad perdida. Los árboles no cesaron de vomitar frutos y los caracoles no renunciaron aun solo día de lluvia. Las montañas se obcecaron en seguir conquistando el cielo. Así, nada en le universo, o al menos en esta parte del mundo, pareció advertir el encarcelamiento de la razón.

La buscaron durante años, hartos de que se inmiscuyera en sus asuntos, de que buscara la verdad, de que clamara justicia.
Ellos, los hombres de acero y banderas, la persiguieron por todo el mundo, removieron el cielo hasta que lo enturbiaron y sólo quedaron vendavales, y la tierra, hasta que los terremotos se despertaron de sus resacas de miles de años, tras la fiesta de la creación del Todo.

Ella huyó, huyó porque nadie entendía ya su lengua, ya nadie buscaba nada, ni creaba nada ni pensaba anda. Ya nadie quería comprender, ya nadie quería soñar, ya nadie quería nada. Ya nadie recordaba nada, ni la belleza ni el arte, ni el significado de los besos, ni el de los vientos, ni el del aullido de los lobos.

Huyó para que alguien la entendiera, para que alguien confiara en sus palabras, para que alguien creara algo, o creyera en algo.
Huyó para que alguien, o algo, la volviera a trastocar, para que alguien encendiera su esquizofrenia, para que activaran su cara oculta que no cesaba de girar. Huyó para ser locura de nuevo, para ser sueños, para ser amor, para llover en un mar de lágrimas.
Huyó para encontrarse, para que razón y sinrazón poblaran de nuevo la superficie terrestre. Para que las personas comprendieran lo incontrolable, para que quisieran controlarlo, para que perecieran en el intento, para que la derrota las empujara a respirar.

-¡Antes morir que perder la vida!- gritó mientras la ahogaban entre mil candados y un millón de cadenas. Así, recordando una vieja canción, se despidió la razón del mundo iluminado.

La sumergieron bajo las olas retorcidas de un millar de calabozos, donde no llegaba la luz de l Sol, donde el aire era irrespirable, donde el único alimento era su propia sombra, que parecía llenarlo todo.

Allí le encontró, bajo la luz del único fuego que aún ardía allí abajo, completamente desnudo, con las piernas cruzadas y extraños símbolos ondeando sobre su piel como banderas de múltiples naciones. Su cabeza rapada parecía transparentar el flujo de la sangre, y sus ojos se encontraban cubiertos por un aura de misterio. A su lado yacía una bolsa de cuero, repleto de remiendos, que parecía emitir ronquidos, espasmos, como si una camada de perros durmiera en su interior.

-Buenos días, o noches, o eterno crepúsculo, o lo que sea- dijo la razón.-¿Quién eres?


-Saludos compañera de celda, veo que te han atrapado por fin.


-¿Por fin?


-Llevan decenios buscándote, saliéndose de sus queridas y ordenadas casillas por ti, pero te han encontrado...


-Así es, no se puede huir eternamente, pero dime ¿Quién eres?

-Ser, ser, ser,... Hace ya tiempo que el significado de esa palabras de diluyó en mí. ¿Quién soy? Yo soy algo en las almas de todos los seres del mundo. También he fluido por entre los ríos subterráneos, por las rocas y la arena de los desiertos.


-Pero ¿Quién eres?


-Soy varios y ninguno, pero dado que observo que ni la propia razón es capaz de entender, mejor abogar por el ver es creer. Tan sólo observa, luego escucha, luego piensa. Luego, siente.


Y dicho ésto, aquel hombre lleno de palabras miro hacia un techo que no se distinguía en la oscuridad, los dibujos de su cuello bailaron y se apartaron dejando una delgada linea blanca lista para ser degollada. Y sin mediar palabra empezó a desenroscar la cabeza de los hombros, lentamente y en silencio, como abriendo con cuidado un viejo baúl repleto de polvo y óxido.

Clic! Y la cabeza permaneció en el aire, entre las manos del hombre, que la introdujo en la ajada bolsa. Entre sus clavículas tan sólo una rosca plateada, que parecía observar con mirada interrogante.

A continuación buscó en la bolsa, de la que surgieron maldiciones en idiomas diversos, y de allí extrajo otra cabeza. Esta era de rostro oriental, de pelo negro recogido en perfecto moño, con mirada de dragón y expresión de fuego. La cabeza fue enroscada y, tras ello, comenzó a hablar:

6 comentarios:

Daniel Rosselló Rubio dijo...

Bueno aquí está la parte completada, y como dije la continuación está en camino, dos trayectos más a la universidad y vuelta y lo subo XD

Kalero dijo...

Dani, ¿qué clase de broma es esta? No puedes hacer eso... ahora ¿qué hago yo en clase? ¿atender? xD

Termínalo ya, que tiene buena pinta!

Daniel Rosselló Rubio dijo...

jajaj tio sólo he hecho lo de la primera cabeza y kiero sacar como tres más aparte de esa, asi k paciencia...y atiende coño!!XD o escribe tú algoXD

Sara dijo...

adoro las cosas que tienen segundas partes, y terceras y cuartas.... tú no te cortes Dani! jajaja esto es como las series, te pinchan con el primer episodio y luego tienes que contenerte las ganas hasta que cuelgan el de la siguiente semana!
Quien será el personaje misterioso de las 8 cabezas??? lo veremos en el próximo episodio....chanchan!
Me quedo con: " Huyó para ser locura de nuevo, para ser sueños, para ser amor, para llover en un mar de lágrimas." Precioso.

C.S dijo...

Adoro el principio, es espectacular como está escrito. Una cosa... heavy. Y ¿cómo puedes dejar ese final, maldito? Muy bien narrado! Una mezcla sutil entre poesía, épica y aventura filosófica. :)

Pura dijo...

Pero tienes que seguir... no puedes dejarnos así. ¿Qué pasará? ¿quién es ese hombre de cabezas implantadas? Venga... no seas torturador.