–Hola.
Silencio.
– ¿Qué calor, eh?
–Ya ves…
Dos meses. Sesenta y dos días. Mil cuatrocientas ochenta y ocho horas. Ochenta y nueve mil doscientos ochenta minutos. Una eternidad. Nunca se le habían hecho tan largas las vacaciones.
Ahora ha vuelto. Siempre tan tímido… Aunque quién es ella para hablar de timidez, piensa.
–Te he echado de menos…
Sale sin despedirse. Pumpum. Pumpum. Su corazón ha enloquecido.
Le echaría la culpa al calor, pero demasiado bien sabe que los treinta y cuatro grados de fuera no tienen la culpa de que haya contado incluso los minutos que ha tardado volver. Que el sol abrasador no es el causante de esa maldita añoranza que la ha corroído cada noche de este verano interminable.
Mientras las puertas del ascensor se abren en su piso, piensa que algún día debería darse una vuelta por el séptimo. “Yo también te he echado de menos”, para empezar. Una sonrisa, y un “Te quiero”. No necesitaría más.
Pero no va a hacerlo. Es demasiado tímida. Y cobarde.
Siempre bajará en el noveno.
2 comentarios:
Bueno, un microrrelato que tenía por ahí... Ya lo había colgado en mi blog normal, pero me apetecía que lo viéseis :P
Un beso!*
¡Qué historia más bien condensada! Queda claro el valor de la sugerencia.
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