lunes, 10 de mayo de 2010

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Otra vez llueve y la calle está abarrotada de estampidas de carros de la compra, de coches mal aparcados y de estrellas que tintinean, de luces de neón y humo de cigarrillos. La calle se pierde en su longitud y todos los pasos que voy dando siempre me llevan al mismo sitio. Este mismo sitio que tanto miedo me da. A través de mi ventana todo parece temblar y es extraño, tanto vocabulario y las palabras nunca bastan, nunca expresan nada, nunca me sirven para quitarme este horrible peso de encima, esta especie de masa que dentro de mí, en el estomago pesa tanto, los ojos me los cierra y en la espina dorsal escuece. Todo es tan extraño como ser muy sabio y sin embargo no saber lo que ocurre en las proximidades, como hacerse daño y no llorar, como perderlo todo y no perderse también a uno mismo.

Otra vez llueve y tu voz golpea mis ventanas, primero chispeando, después con fuerza. Pero esta vez no cedo ante estos fantasmas, y quiero no impregnarme de tu voz ni de tu piel ni de nada tuyo. Para caer al vacío hay tiempo y sobre todo espacio. En esta vida hermética, en la que poco a poco te vas quedando sin oxigeno ya he perdido demasiado esperando arrancarte mil suspiros. Y susurrando al viento que seque mi ventana, para no ver tu recuerdo, para no verte. ¿Cómo no me voy a resquebrajar si todo es ceniza? ¿Cómo no me voy hundir en este césped que me engaña, en esta madriguera en ruinas, en este desconcierto que abrasa? Cansado de soñar con algo efímero prefiero volar.

Otra vez llueve y las nubes no paran de hacer muecas, y algún que otro rayo me devuelve a la realidad. El sonido de la tormenta me despierta y me hace desviar mi pensamiento, fijar la mirada en un reloj parado, en algún libro sin páginas. Y tragando saliva y perdiéndome en un laberinto sin salida ni entrada vuelvo a pensar que no pensar en nada es lo mejor. No pensar en nada y menos en mañana. No pensar en nada y menos en esta maldita lluvia que empaña mis cristales y que me despedaza, que me ahoga y me descentra. No pensar en nada, solamente en seguir viviendo sin temor a las bombas y a los tiburones tigre, a los bancos de peces y a las alfombras voladoras, al despertador y a las heridas.

Otra vez llueve piedras y lamentos, dibujos hechos en poco tiempo y las mismas viejas y nuevas historias. Esas historias que inundan las tazas de té y a veces hasta el sótano, que te obligan a estar nervioso y sudar por dentro, que se ciernen sobre el sol y lo alejan atrayendo a las nubes a base de amenazas y chantajes ¿Por qué no dejan al sol brillar? La mitad del tiempo ya es noche, ya hay demasiada oscuridad por las callejuelas que retorcidas y estrechas componen las arterias de la ciudad. ¿Por qué no dejan al sol brillar? Si ya casi nunca encuentro luz en tus pupilas y mucho menos calor en tus brazos.

Otra vez llueve y se crean charcos de caos y carbón, y yo queriendo evaporarme como el tiempo, me deslizo entre los segundos como puedo pero nada sirve ni es útil, si estas nubes siguen tapando las salidas, controlando los túneles y los pasadizos. Nada es útil si no consigo librarme de tu presencia. Esa presencia que encoje mis muebles, que me hace polvo, que todo lo hiela. Y mientras sigues por aquí creando más destrozos el sol no sale y la hierba se seca y las flores mueren. Mueren los arboles y las regaderas, los espantapájaros y las azadas. El sol no sale si tú sigues eclipsándolo a la fuerza.

Haz que deje de llover, llévate a las nubes…que vuelva el sol.

5 comentarios:

Mario Sánchez dijo...

el sol mola kalero!! xD

Daniel Rosselló Rubio dijo...

jajajaXD

muy bueno mario

Pura dijo...

¡Qué bueno, Mario! Me encanta.

Wiz dijo...

El sol mola, el escrito mola... Todo mola mucho ^^

Mario Sánchez dijo...

que bonito es todo xD