miércoles, 18 de febrero de 2009

"Contigo No bicho"

Regresaba a casa en la madrugada, cayéndome de sueño. Enseguida la luz verde se encendió y yo seguí y aparqué el coche. Para no despertar a nadie avance de puntillas y llegué a las escaleras de caracol que llevaban a mi cuarto. Apenas puse el pie en el escalón dudé de si esa era mi casa o una casa idéntica a la mía. Es lo que tiene cenar setas alucinógenas, que uno no sabe ni donde está.

Me paré, vi a una mujer sola. Nos quedamos un instante mirándonos de hito en hito. ¿Qué hacía esa mujer de impactante pelo rosa fucsia y ropa agujereada apostada en medio de las escaleras? Ella también parecía sorprendida por mi varonil presencia.

“¿Tú quién eres?” exclamó uno de nosotros, o quizás ambos simultáneamente.
Entonces me miró socarrona y me habló de mala manera: “¡Joder tío!” “parece que te hayan atropellado”

Se lo dije, se lo repetí, pero él parecía no oírme. Parecía que flotaba en otra dimensión. No sé qué pasó entonces, se inclinó y mientras subía las escaleras temí que fuera a tomarme allí mismo. ¿Qué pasa? ¿Qué por ser yo una mujer él creía que las leyes de tránsito se habían hecho para que los que gastan pantalones se pasearan por mi casa como si fuera territorio público? ¡Aquél hombre no tenía derecho a hacer lo que estaba haciendo! Pero él parecía estar seguro de salirse con la suya.

Ya sabía yo que no buscaba más que uno o dos revolcones, tres a lo sumo. No obstante, yo no estaba dispuesta y ¡me solivianté! Se lo grité con cara de ir a pegarle un mamporro y entonces él me respondió llamándome “loca”.


- ¡Loca! – le dije. ¿Pero esta piva porque esta de tan mal rooooyo? Me pregunté. Y además el tono con el que me habló. Ella sabía que no tenía razón y se subió enseguida a la parra. ¡Pero a una parra muuuy alta! En aquel momento lo que ella sostenía era una mentira monstruosa. ¡Si a mi ella no me gustaba nada! ¡Pero si era cheewaka en su versión rosa fosforito! Estuve tentado de decirle lo de “contigo, no. ¡Bicho!”
Ella seguía en sus trece, y entonces me dijo:


- Estoy dispuesta a ir a tránsito y armar un escándalo.


Abrí la puerta, fuera todo estaba iluminado de luna. Furiosa puse el coche en marcha y arranqué. Sin embrago él me alcanzó enseguida con su motocicleta. Realmente yo conducía como una energúmena. Entonces, el policía pitó y yo no me detuve porque no podía creer que fuera por mí.
Al final tuve que parar. El imbécil allanador de moradas me alcanzó y contra todo pronóstico se colocó a mi lado mientras me ponían la multa. Nos sonreímos, sentí que la sonrisa de él era lo que también me pesaba en la boca. ¡Ahí estaba lo malo!
Entonces él me dijo: “¿Quién sueña con quien?” y me ofreció una “pasti”. La cogí harta ya de todo, y me la tomé. E ese momento, de un salto nos metimos el uno en el otro y vagando por el universo en un par de coches yeyé me salté un par de cientos de stops. Total, era cierto que nadie lo podía probar.

3 comentarios:

Wiz dijo...

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

No me he podido reír más!! Me ha encantado, es surrealista, extraño, y me ha gustado especialmente la forma de cambiar de personaje narrador que habéis escogido.

Besos!

Bea*

eye in the sky dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJA...¿por qué imaginaba que seríais vosotras?Esas referencias youtubianas...
Mola. Una historia de lisérgica ternura... o algo así.

Irlya dijo...

Y luego no queríasis ir juntas!! Yo no lo entiendo... XD
Hay frases q son un puntazo: "estuve tentado de decirle eso de ¡contigo no, bicho!..."
Madre lo q m he reido!!! =P

·Lucía·