¿Cómo es el mundo? Vaya, que complicado. Frágil. De un cristal muy, muy fino. Brilla, porque es un cristal bonito. Pero brilla en su opacidad. No puedes ver a través de él, ni quedarte con su imagen. Se parece un poco a la noche, oscura y caótica, pero elegante. Incomprensible, siendo esa es su esencia. Es confuso, no entiendes lo que te rodea. Pero es esa confusión lo que da el don del asombro y ese es don lo que le da valor. Vosotros no lo entendéis, por eso vivís en un caos. Mi mundo es una anarquía de sensaciones pero vivir en ella me hace amarlo. Yo me sorprendo. Y la rabia que sentís... yo no lo puedo odiar, pues lo efímero se contempla con ternura.
Si, vosotros exhaláis un sentimiento contaminado, y yo suspiro. Feliz, pues aquello que he respirado jamás lo podré retener. No, no vivo en desgracia, porque se contemplar aquello que se escurre de mis manos. Tenéis el mundo enjaulado, yo lo tengo vivo, rebelde, batiendo alas hacia dios sabe donde.
Quiero tocarlo y claro que quiero agarrarlo y contemplarlo más de cerca, admirar el detalle. Se, de todas formas, que vosotros podéis y por ello ya no veis su belleza. No os maravilla. Para mi se esfuma y es él quien decide si rozarme. Su belleza es esa libertad. Cada sonido, cada sensación es nueva. Como si pasase la mano por una pared irregular. A mi me inunda, a ti te empapa.
¿Quién eres? Ah, perdona. ¿Y que me habías preguntado?
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